sábado, 17 de agosto de 2013

Regalo de vida.


 
 
 
 
 
REGALO DE VIDA

 

Del cajón donde guardaba sus bocetos sacó una cuartilla con dos corazones dibujados. Los dos corazones estaban unidos por una estrella y mientras los observaba en silencio, tomaba conciencia de la confusión en la que estaba sumido.

Hacía ya muchos años que él no se evadía de la rutina de las sábanas dibujando corazones rotos y corazones engalanados. Aquellos eran otros días, unos días grises y eternos en los cuales consumía grandes dosis de tediosos programas televisivos amenizados a veces con la visita de algún vecino que, como él, estaba sobrado de horas y falto de días.

Dejó de dibujar corazones cuando, en una cálida mañana de primavera, al abrir las ventanas de su habitación de par en par, observó fascinado cómo los rayos del sol penetraban en los rincones más profundos de su inconsciencia.

Fue para él, según dibujó más tarde, un estallido de luz dentro de su pecho. Fue, aquel suave y recién estrenado latido, la mejor y jamás escrita sinfonía. Fue su regalo de vida, un regalo por el que muchas almas derramaron gotas de sal por sus mejillas en aquella mañana de primavera.

Era tanta la dicha que circulaba por sus venas que danzó y danzó sin parar, y en  medio de aquella danza se desprendieron de su paleta de pintura los colores más preciados; y de aquellos pinceles que con tanta dulzura habían trazado durante largo tiempo los contornos de sus corazones rotos y de sus corazones engalanados, se desprendió también la realidad.

Ahora, cercano ya el último baile, no recordaba dónde había colocado sus dibujos, ni dónde guardaba su regalo de vida. Confuso y aturdido por tanta danza, donde le quedaba algo de amor, él sólo observó traición; y cuando se decidió a abrir de par en par sus ventanas, en vez de los rayos del sol, contempló, con resignada expresión, cómo la mañana gris le sonreía invitándole a la última copa mientras arropaba su silueta frágil y descarnada.
 
De: Al pie de la Calderona "Poemas para una ausencia"
Ilustración: Portada de "Al pie de la Calderona".
Diseño de portada: Ismael M.E; con obras de Blas Estal.

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