miércoles, 23 de abril de 2014

Entrevista a: PAH Camp de Morvedre



 

 

La PAH Camp de Morvedre celebra esta semana su tercer aniversario, y lo hace llevando a cabo diversas actividades, una de ellas la exposición de fotografía representativa del trabajo realizado hasta la fecha.

Entre los objetivos de esta plataforma, y una vez conseguida la Dación en pago para muchas familias desahuciadas por impago de las letras de su hipoteca, se encuentra la consecución del alquiler social para estas personas de escasos recursos económicos, así como el asesoramiento y la ayuda para que puedan acceder a los servicios básicos como son el agua o la luz.

De Fragua y Yunque, consciente del dramático momento por el que estas familias afectadas están atravesando, se ha permitido acercarse hasta Óscar, uno de los responsables de la plataforma, con el fin de tener un mayor conocimiento del seguimiento, proceso y consecuencias que estos desahucios conllevan.

 

PREGUNTA.— ¿En qué momento da comienzo el procedimiento de desahucio?

RESPUESTA.— El procedimiento empieza el mismo momento en que se deja de pagar. A continuación por vía juzgado se envía la notificación para ir a recibir lo que se conoce como «tocho» que es donde se reclama la deuda, la pagada y la no pagada. Se reclama todo el importe que se pidió en su día cuando se formalizó el préstamo hipotecario. Lo siguiente es la «subasta» y después, la comunicación de desahucio.

P.— ¿La deuda pagada también?

R.— El banco reclama la totalidad de la deuda. Primero por un burofax en el que se indican las instrucciones a seguir en un primer momento. Después llegará otro que es el que inicia el procedimiento judicial. En ese momento también reclaman «toda» la deuda, pero luego se trabaja y no es así.

P.— ¿Hay posibilidad de recurso?

R.— Sí. La hay. Los juzgados suelen dar de cinco a diez días. Lo que ocurre es que en los casos de pocos recursos económicos, de familias ya muy castigadas, se solicita un abogado de oficio y eso lleva prácticamente todo el tiempo de que se dispone para paralizar el proceso.

P.— ¿De cuánto tiempo dispone la familia para abandonar la casa?

R.— Ahora nos estamos encontrando con lo que se denomina «desahucios abiertos» que son ilegales. Son desahucios donde se avisa a la persona de que van a desahuciarla, pero no se le dice cuándo. Cuando ya se comunica la fecha, desde esa fecha hasta el día del levantamiento puede haber alrededor de un mes.

P.— ¿Y luego?

R.— El retroceso a otros tiempos. Se recurre a volver a casa de la familia. A vivir con los padres o abuelos. Entre el trabajo precario y el trabajo inexistente, no queda otro remedio. Coges tus cosas y tus hijos, si los tienes, y vas allí donde tengas un espacio para ellos.

P.— ¿Te pueden multar por dormir en la calle o coger comida de los contenedores como se ha dicho por algún sitio?

R.— Sí, pero son multas administrativas que se pueden pelear en los plenos, en los ayuntamientos. No solo te quedas con una deuda y en la calle con toda tu familia, sino que además, tampoco puedes hacer frente a un alquiler. ¿Cómo vas a pagar entonces una multa de este tipo? Es un poco una persecución contra el estallido social. Es absurdo.

P.— Hablemos de los niños. ¿Y si no hay abuelos?

R.— Entonces entramos ya en el tema de lo que se llamaba «ocupación» que ahora es «recuperación». En algún sitio tienen que vivir. Aquí en el Camp de Morvedre hay «dieciséis mil» viviendas vacías que pertenecen a los bancos. Se intenta «recuperarlas»

P.— ¿Y qué hacen cuándo hay que matricular a estos menores en el colegio? ¿Cómo justifican el domicilio, que es uno de los requisitos previos a la matriculación?

R.— Claro, el empadronamiento… Esta situación es una de esas que denominamos como «situación excepcional». Como situación excepcional se dejó de empadronar. Si se pierde la vivienda, si la familia se tiene que desplazar a otra población… intentamos que no repercuta en la escolarización. Muchos desahucios se paralizan precisamente por el tema de los niños hasta que estos acaban el curso. Después el problema sigue ahí, porque hay que buscarse otra vivienda.

P.— ¿Se ha hecho el seguimiento de alguna familia en casos concretos, como este que puede afectar directamente al rendimiento escolar de los niños?

R.— Es difícil hacer el seguimiento con la gente porque se pierde el contacto. Lo que sí hacemos es ayudar, en lo posible y a través del colegio, con el tema de la alimentación. Ayudamos a dos o tres familias y por conversaciones mantenidas con su director sabemos que los niños son conscientes del problema que se vive en casa. Les llevamos comida una vez al mes. En navidad hicimos una recolecta de juguetes también. No se trata de una ayuda que esté relacionada con Cáritas ni con ninguna otra organización. Somos independientes. También llevamos ropa, calzado y comida a unos inmigrantes que no tienen donde estar, por eso, por ser inmigrantes y no tener aquí familia.

P.— ¿Y qué pasa cuando la persona desahuciada es un anciano o alguien que necesita unos cuidados especiales?

R.— Recurrimos a Servicios Sociales. En esos casos, son ellos quienes deben aportar las soluciones. Nosotros hemos creado grupos psicológicos. Ahora, por desgracia, el psicólogo que teníamos se ha trasladado y estamos pendientes de ver si encontramos un suplente. Porque en los grupos tenemos también casos de maltrato, malnutrición… Es que el quedarte sin trabajo y sin casa conlleva otros problemas.

P.— ¿Qué pasa cuando el desahuciado es una persona dependiente?

R.— Estos casos son más fáciles de defender y se les puede dejar uno, dos y hasta tres años. Si nuestra defensa no surte el efecto deseado y el juzgado decide seguir adelante con el desahucio, entonces derivamos el tema a Servicios Sociales que es quien tiene que intervenir. Nosotros podemos hacerle la vida más fácil, haciendo una puerta más ancha, colocando una rampa, pero en el tema salud, como pueda ser evitar una infección por no tener una vivienda en condiciones, no podemos ayudarlos.

P.— ¿Cómo traer un niño al mundo en estas condiciones? ¿Pueden los Servicios Sociales retirar la custodia a unos padres por no poder proporcionarle un hogar?

R.— Como poder, pueden; aunque no tenemos constancia de que aquí se haya dado alguna situación así. Sería un caso muy extremo, pero antes de que se diera, como se ha comentado antes, se recurriría a la «recuperación de vivienda»

P.— Llegamos al tema de desahucios por impago del alquiler. Muchos conocemos casos de inquilinos que no solo no pagan el alquiler porque no quieren, sino que, además, hacen negocio alquilando las habitaciones de una casa que no es suya. Cuando el dueño consigue que se vayan, se encuentra con que le han destrozado el piso, y con una gran cantidad de recibos de luz, agua y gas que ha de satisfacer él mismo. ¿Recurren estos inquilinos a vosotros?

R.— Es un tema muy a tener en cuenta, y hay que tener las cosas muy claras. Por un lado están quienes no pueden hacer frente al pago del alquiler porque no pueden, y por otro los que no lo hacen porque han hecho de los pisos de los demás y de la morosidad su modo de vida, dejando pendientes, no solo los pagos del alquiler, sino las deudas por los servicios como la luz, el agua y el gas. Si antes ponían la excusa de que había menores con ellos, ahora, desde que está el desahucio exprés, esa excusa ya no vale, porque por impago te pueden tirar a la calle con niños y todo. Pero al dueño de la casa echarlos le sale caro. Si va justo de recursos económicos porque está pagando la hipoteca de ese piso por el que no le pagan el alquiler, y se queda colgado con los gastos comentados de luz, gas y agua además de arreglar los desperfectos producidos en el inmueble, pues si encima tiene que denunciar, le va a salir caro, muy caro. Entonces, algunos tiran por la vía de las amenazas, y es un gran error, porque entonces, los que acaban denunciados son ellos.

No tocamos los temas de alquileres cuando se trata de particulares. Somos muy selectivos al respecto. En todo caso, cuando hay problemas con un alquiler particular, intentamos sacar a la familia de ese alquiler, porque muchas veces, al hacerlo, todas las denuncias se retiran. Entonces el dueño de la casa, aunque es verdad que no va a cobrar —no hubiera cobrado de todas formas—, por lo menos recupera la casa.

Desde la Plataforma se defiende a los inquilinos de alquileres de bancos. Y peleamos para que tanto las obras sociales, como los bancos y las Cajas, que tienen muchos pisos vacíos, los alquilen en modo de «alquiler social».

P.— ¿Os sentís apoyados por la gente, o sentís que ésta mira para otro lado ante vuestras actuaciones en defensa de quienes pierden sus casas?

R.— Siempre hay quien no comprende que no nos quedemos viendo el fútbol en vez de ir a defender la casa o los derechos de otros. Incluso hay quien pretende ponernos en evidencia, pero han acabado siendo ellos los puestos en evidencia y no nosotros.

P.— ¿Alguna vez hubo problemas con la policía?

R.— No hemos tenido ningún enfrentamiento serio con ellos. Siempre somos los mismos, nos conocen y saben por qué hacemos lo que hacemos. Si hemos ocupado un banco, hemos estado toda una mañana, pero nada más. Hemos podido molestar con nuestra presencia pero si somos clientes tampoco pueden echarnos. Está claro que si se rompe una papelera o hay algún incidente van a ir a por el responsable de la plataforma.

P.— ¿Cobráis algún tipo de cuota?

R.— No. Es una decisión a nivel estatal. Es verdad que las donaciones son bien recibidas, pero no se piden. Contamos con una caja de resistencia. A veces no hay más remedio que «pasar el sombrerico» y poner cada uno lo que buenamente podemos. Hay quien no tiene problemas hipotecarios y está con nosotros colaborando. Estamos mirando de realizar eventos, como conciertos, concursos de paellas, etc., porque aunque no cobramos y trabajamos de forma altruista, sí que tenemos gastos de gasolina, teléfono y la luz y el agua de los locales que nos dejan.

P.— ¿Cómo se puede colaborar con la plataforma?

R.— Realizamos asambleas y actuaciones donde comentamos acerca de las necesidades de la gente que se acerca hasta nosotros solicitando ayuda. Solemos preguntar la profesión de quienes se ofrecen a colaborar. Eso es importante porque, por ejemplo, es muy de agradecer la colaboración de gente que ha trabajado en servicios sociales y que ahora están en paro. Nos aportan sus conocimientos como asesores y nos ayudan a la hora de trazar la ruta a seguir. También se puede colaborar con aportaciones de comida y de ropa, pero la ropa solamente se admite para niños hasta doce o trece años. Como no tenemos local fijo para reunirnos, a veces ese es otro medio de colaboración y nos dejan locales donde reunirnos.

 

El tiempo se ha echado encima y De fragua y yunque debe concluir la entrevista. Las últimas palabras de Óscar permanecen como un eco en el aire, y se hacen oír de nuevo en el momento de transcribirlas para ofrecéroslas: La dación en pago es un hecho real que está contemplado por ley, y lo mejor de todo es que se está aplicando, y más de lo que parece. Eso es, en parte, un respiro para las familias desahuciadas, pero el problema sigue vivo, latiendo, puesto que, aunque se quedan sin la deuda, siguen en la calle, con su hambre y su falta de servicios básicos.


 
Ilustración: fotografía tomada de pág. facebook de la PAH Camp de Morvedre

sábado, 19 de abril de 2014

Débora Tráchter - Entrevista


Mirando en el espejo
 
 
Hace ya algunos años las circunstancias facilitaron que me cruzara en mi camino  con una amiga del otro lado del mar; de aquella orilla donde se escucha tango y se toma mate para acompañar las horas. De aquel encuentro en el cruce de caminos surgió una bonita amistad y muchas horas de conversaciones a través del chat. De una de estas conversaciones nació esta entrevista, así, sin proponérnoslo ninguna de las dos, y unos meses más tarde vio la luz en uno de los primeros números de la revista AMARANTO Cultural.
Desde entonces —desde que fue publicada la entrevista— han pasado cuatro años y el currículum de Débora se ha engrosado considerablemente. Es por eso que, una vez echado un vistazo a cuanto cuento de ella en las líneas que siguen, os recomiendo un paseo por su trayectoria artística, a la que podéis acceder a través de la red.

 

Débora Trachter nació en Buenos Aires (Argentina) en 1959. En 1978 comenzó sus estudios de fotografía, pero es en 1990 cuando se decide por el estudio de dibujo y pintura. En 2002 descubrió el Arte Digital que se transformó en un nuevo lenguaje para ella y la convirtió en autodidacta con los programas de diseño. En la actualidad estudia Licenciatura de Arte en la Facultad de Buenos Aires.

Para España ha realizado las ilustraciones del cuento infantil La Princesita Inca escrito por una de sus amigas españolas; también para este mismo país, está trabajando en los bocetos para las ilustraciones de una novela, y al mismo tiempo prepara su libro Lugares Deborianos, una obra que recoge fotografías de los lugares que recorre con su cámara y a las que posteriormente agrega su impronta. En el pasado año, expuso en Resto Hipólito en Buenos Aires el fruto de siete años de trabajo. Contemplar su obra fuera del ordenador, materializada, le produjo una enorme satisfacción ya que su idea principal siempre fue esa: sacar la virtualidad al mundo.

Le gusta lo que hace, y dice de ella misma que es hacedora de imágenes. Con el arte digital trata de hacer algo más pictórico, donde las sensaciones, emociones y climas sean lo que se plasme en la obra terminada. Hace un par de años redescubrió el placer de hacer fotografía que ahora realiza también interviniéndolas digitalmente.

Tiene obras en Miami, Nueva York, Italia, España, Polonia, y Rosario, Los Molinos (la Rioja) y Buenos Aires. Además mantiene exposición permanente en Artelista.com y Artelistadelatierra.com

Pero sus dos mejores obras son sin duda Guido y Sol, hijo e hija que comparten y apoyan cuanto hace, y cuenta además con el calor de unos padres maravillosos y una gran familia, de esas «de puertas abiertas», en las que cualquier ocasión es buena para reunirse alrededor de la mesa.

Así yo hoy, apelando a esa amistad que me une a ella, y aprovechando los beneficios de los avances tecnológicos, le propongo una entrevista a través del chat a la que ella con una gran sonrisa que no alcanzo a ver, pero si a adivinar me responde: Me encantó la idea; podés preguntar...

Y pregunté:

 

P.— ¿Qué es el Arte Digital?

R.— El Arte Digital es el arte que se hace con programas de la pc. Para mí, hay varias clases de Arte Digital. Por ejemplo, la fotografía digital intervenida con programas de diseño (el Photoshop es uno de ellos); las obras que son técnica mixta, es decir, aquellas en que se usan los programas de diseño y que luego, al imprimir en soporte, se pinta encima; y por último, las obras que se hacen totalmente con esos programas.

P.- ¿Cómo te das cuenta de que llegas a entusiasmarte por ese tipo de Arte?

R.— Para responder te tengo que contar mis orígenes en el Arte Digital. Hace unos ocho años, mi profesora de dibujo digitalizó algunas de mis obras, o sea, las cargó en mi pc. No sé cómo, descubrí que en la pc había un programa de diseño. Descubrirlo y empezar a usarlo en las imágenes de mis cuadros y dibujos fue, creo, instantáneo; y empecé a hacer. No me gustaba lo que estaba haciendo pero, aun así, lo hacía. Algo interno me decía que debía hacer imágenes que tengo guardadas en CD, imágenes que espero que nadie vea.

Poco tiempo después, mi hija necesitaba, para la escuela, tener instalado el Photoshop. Al principio no entendía nada, y además estaba en inglés que entiendo poco, pero sentía la necesidad de seguir haciendo imágenes. Al no haber estudiado Photoshop empecé a darle al mango (expresión muy usada en Argentina que es cuando se hace algo al máximo) a los dibujos y efectos, y empezaron a salir imágenes que me gustaban, cosa que, de haber estudiado, no creo que las hubiera hecho, ya que me habría cuidado de no hacer ciertas cosas... Por suerte no estudié Photoshop, pero «al no saber dibujar, no entendía lo que hacía», hasta que Blas Estal, un grande, me dijo algo que nunca olvidaré: «Vos hacès abstracto y de esa manera mostràs sensaciones, emociones, climas...», y no paré de hacer imágenes. Hasta el día de hoy me sigue emocionando lo que hago; me asombra.

P.— ¿Entiende la gente lo que haces?

R.— Algunas personas creo que no. Tampoco hay que entenderlo. Te tiene que gustar o no. A mí a veces me atraen varias cosas que «no entiendo», pero me transmiten algo, un «no sé qué» que hace que me detenga ante eso, y que me hace pensar o investigar.

P.— ¿Hay que tener una habilidad especial para realizarlo?

R.— La misma habilidad que un poeta tiene para hacer sus poemas y que nos lleguen al alma, o un músico para combinar las notas y que sus melodías nos eleven. ¿Es habilidad, o es más que eso? La técnica se aprende, en mi caso la inventé, pero el transmitir algo es otra cosa. Cuando empecé creo que no tenía habilidades para diseñar en la pc, pero mucho trabajo, algo de inspiración y magia, hicieron el resto.

P.— ¿Qué te inspira a la hora de trabajar?

R.— A veces tengo ideas que quedan en mi subconsciente hasta que, al hacer dibujos, afloran, salen, y entonces me digo «esto es lo que quería», y sobre eso sigo trabajando. Un ejemplo de esto es la obra El Grito. Siempre me gustó El Grito, de Munch y hace años quería hacerla a mi manera, hasta que hace un par de meses «surgió» El Grito Deboriano. La obra que hago me inspira; te diría más, es como si el dibujo se hiciera a sí mismo y me utilizara a mí para su ejecución... fluye.

P.— ¿El Arte Digital camina de la mano con el resto de las corrientes artísticas o es el familiar pobre dentro del mundo del Arte?

R.— Me recuerda a la fotografía. Hace años había gente que decía que no era arte, ya que la obra la hace una máquina de fotos, y ahora hay muchos que dicen que el Arte Digital no es arte, ya que todo lo hace la pc. Para mí «sí» es arte. Una nueva forma de hacer arte. Algunos utilizan pinceles y óleos, otros usan las palabras, otros la piedra. Yo uso la pc.

P.— ¿Te transformas a la hora de realizar tus trabajos? ¿O sigues siendo la misma Débora que un rato antes conversaba con sus hijos sobre la comida que tenía previsto preparar? ¿Te atrapa tu trabajo hasta el punto de perderte dentro de él ignorando la realidad del tiempo y el espacio?

R.— ¿Me transformo? En realidad soy muchas cosas: mujer, madre, fotógrafa, artista plástica, estudiante, y cada rol tiene sus formas. Me gusta «volar» en todo lo que hago, pero «volar con los pies en la tierra», si no te alienàs. Llego a ignorar la noción de tiempo y espacio para crear. Me abstraigo del mundo, pero no como un acto egoísta, sino para dar lo mejor de mí. No solo me atrapa, también es una necesidad mía el hacer imágenes.

P.— ¿Te has sentido influenciada por alguien a la hora de seguir en este atractivo pero complicado mundo del arte? ¿O no es complicado?

R.— Me gusta la obra de muchos artistas. Me pueden influenciar algunos temas o modos de representación, pero no copio. Con relación al Arte Digital trato de ver pocas obras de otros artistas, no por una cuestión de no copiar, sino porque quiero que salgan dibujos     «deborísticamente puros» (expresión que acabo de inventar)

     ¿Es complicado el mundo del arte? ¿O son los críticos, las instituciones, el negocio, el esnobismo, los egos, la soberbia los que complican al artista? Hacer una obra, para mí no es complicado. Sí puede ser trabajoso el hacerla. El arte y el negocio del arte son dos cosas diferentes, aunarlos es lo complicado. El deseo de trabajar en lo que me gusta, en lo que amo y que me paguen… sería maravilloso. (risas)

P.- Y tu familia ¿cómo lo vive? ¿Has tenido que renunciar a cosas que los demás mortales creemos imprescindibles, para poder dedicarte al arte?

R.— Creo que a mi familia la tengo un poco cansada con los dibujos. Mis hijos son quienes están más cerca de mí y les pregunto a ellos qué les parece. Luego a mis amigos y amigas, a quienes les mando mails con muchos dibujitos.

     A ver, yo no diría renunciar. Pero, ¿a qué cosas te referìs? Si son las cosas de la casa, al no ser mujer de vivir con el plumero en el culo (disculpà la guarrada), las pospongo, pero las hago. Por supuesto, a mi manera. Y con el resto de «cosas imprescindibles» hay tiempo para todo.

P.— ¿Qué relación guarda el Net Art con el Arte Digital?

R.— Net Art es cuando hacès obras que «quedan en la virtualidad». Arte Digital es cuando «salen de la pc y las imprimìs». Para explicar la diferencia entre formas más convencionales de arte y el arte hecho en la pc, te cito una frase del escritor y teórico del arte Paul Valery, de 1928, refiriéndose al cine y a la fotografía, y yo la traigo al siglo XXI para referirme al arte digital y al New Art: «Ni la materia, ni el espacio, ni el tiempo son desde hace varios años lo que han venido siendo desde siempre».

P.— ¿Aplicas la filosofía a tus trabajos? ¿Y a los colores?

R.— La filosofía está en todo. Me valgo de ella para hacer ciertas obras. Algunos filósofos hablan en difícil y eso me molesta. Pero… ¡Ay, qué ambigüedad la mía!: me quejo de palabras difíciles y yo hago imágenes difíciles.

P.— ¿Qué ves cuando cierras los ojos?

R.— Veo pensamientos hechos imágenes. Veo el interior.

P.— Una vez te oí decir: «Me gusta fotografiar aquello que nadie quiere ver» ¿Qué papel juega la fotografía en tu vida. ¿Y en tu trabajo?

R.—¡Amo la fotografía! Empecé a estudiarla en 1978 y la dejé cuando tuve a mis hijos. Bah... sacaba fotos familiares; y hace un tiempo la redescubrí. Me gustaría ser reportera gráfica, o estar todo el tiempo con la máquina de fotos como extensión de mi ojo. Con relación a mi trabajo, por un lado hago Arte Digital y por otro hago fotografías intervenidas digitalmente.

     Hace días me pasó algo muy loco y emocionante relacionado con esto: me reencontré con una amiga de la escuela secundaria que no veía desde 1982 y me hizo recordar que usaba a mis familiares, amigos y amigas como modelos para mis fotos. Fotos y negativos perdidos, trabajos que no recordaba. Pero ella conservaba algunos que me escaneó y mandó por mail: ¡pura emoción! Luego las fotoyopeé y quedó algo maravilloso aunando la fotografía de antes, la analógica, con el hoy que es lo digital y los programas de diseño.

P.— Si pudieras fotografiar el alma, ¿enmarcarías la foto y la colgarías de una pared?

R.— El alma «està» en las obras. El alma como esencia del artista y del mundo que muestra el artista. O sea, está colgada de una pared, está en los versos del poeta, está en la música...

P.— ¿De qué colores te servirías para plasmar el alma de los poetas? ¿Y el de los ancianos?

R.— No me fijaría en el color, los plasmaría con luz; ya sea la que irradian o la que necesitan

P.— ¿Qué quieres ser de mayor?

R.— Si ser mayor es ser vieja, creo que lo seré cuando sea comida de gusanos...

 

Débora Trachter, nunca será engullida por esos pequeños bichitos, si acaso, será un destello de colores que ilumine un verso libre...

Muchas gracias por tu tiempo y hasta pronto.

 

LEH.


Entrevista publicada en la revista AMARANTO Cultural (Primavera 2010)
Ilustración: Débora Tráchter, Mirando en el espejo.

 

viernes, 18 de abril de 2014

Déjame seguir mis pasos





Algún día,
en un momento cualquiera de cualquier hora de una tarde indiferente
buscaré el retorno a este tiempo que
nunca fue mío…
 
 


 
 
… Mientras tanto,
nada ha de poner su nombre a las huellas de mis actos.
Estos actos que son solo míos,
y que trazan un camino hacia la cumbre
hacia la cima de esta libertad
que solo a mí me pertenece.
 
 
 
 
Textos  que complementaron la obra de Rosa Vacas que, con el título Secretos fue expuesta, en la Casa Municipal de Cultura de Puerto Sagunto en noviembre de 2013.
Título de estas obras: «Déjame seguir mis pasos 1.» - «Déjame seguir mis pasos 2.»
 

martes, 15 de abril de 2014

Entre plantas y plegarias (Fagmento)


En el patio


Junto a los geranios, laureles y begonias en flor, mi abuela se agachaba y levantaba dando un trabajo extra a sus artríticos huesos. Como cada mañana, se había levantado temprano y tras tomar su desayuno, compuesto por un tazón de leche en cuyo interior flotaban algunas sopas de pan de unos cuantos días antes, se aseó hasta donde su habilidad le permitió.
       Yo la observaba desde mi rincón en la sala, al tiempo que preparaba mi cartera para el colegio. En nuestra casa no había hombres; solamente vivíamos las tres mujeres. Bueno… dos mujeres y yo, aunque una de ellas, mi madre, no estaba nunca. En el barrio decían que andaba haciendo la calle por Barcelona, cosa que yo no entendía muy bien y que mi abuela no parecía dispuesta a aclararme.
      En realidad, mi abuela explicaba pocas cosas y yo ya no me planteaba preguntas, simplemente la observaba y callaba cuando, en las mañanas, se dirigía a la habitación en la que una vieja fotografía del abuelo enarbolando la bandera tricolor, presidía el centro de la cómoda que daba signos de desplomarse a causa de la polilla. «Tus patas están tan cascadas como las mías», le decía al viejo mueble como si éste pudiera responderle. Entonces llegaba el ritual matutino que tantos años se venía celebrando en el silencio de aquella habitación.
     Torpemente se arrodillaba ante la imagen congelada del abuelo y, cerrando los ojos, se persignaba en la misma forma en que lo hacían las demás mujeres en las iglesias, pero ella rezaba su propia oración y no el tan manido Padrenuestro que recitaban las voces católicas. El de mi abuela era un extraño rezo que dirigía a aquella fotografía en lugar de al Único Dios:

Dime qué sonidos escuchas allá en lo alto cuando la niebla envuelve a tus oídos.
Abre tu puerta a mi adagio y siente…siente la dulzura de estas notas que suplen a tu presencia...
 
Fragmento de «Entre plantas y plegarias» que se incluye en Cuentos de El Puerto.
Fotografía: Esquina del patio (Mercedes Hernández)

lunes, 7 de abril de 2014

Lamentos de mi guitarra




Sur de Cádiz
 

 

Escucha el gemido de mi guitarra
evocando las notas de aquellos días.
Días llenos de ilusión,
días llenos de esperanza...

Escucha cómo expresa su dolor.
Dolor que le desgarra el alma
al recordar un amor.

Amor que quedó en el fondo
de aquellas aguas profundas.
Aguas llenas de amargura.
Aguas llenas de silencio...

Escucha el gemido de sus cuerdas
llorando los latidos inciertos
cruzando por el Estrecho.

Treinta corazones muertos
canta al aire mi guitarra
maldiciendo a una patera
causante de tanto llanto.

Escucha el lamento de mi guitarra
que eleva su queja al viento
por tanto mirar de lado
cuando el dolor, además de ajeno,
es demasiado moreno.



Del poemario: A solas (1991)
Ilustración: Blas Estal.