sábado, 11 de octubre de 2014

Aragón en Puerto de Sagunto




Grupo de canto de C.Aragonés Puerto Sagunto



A falta de veinticuatro horas para que Aragón celebre su fiesta más emblemática, recuerdo que, hace algo más de un año, cuando el invierno se despedía y las mañanas invitaban al paseo por la playa, decidí acercarme a charlar un ratito con Pedro Villarroya. Mi intención era que me pusiera un poco al corriente de la andadura del Centro Aragonés de Puerto Sagunto. Anteriormente yo había visitado ya a Rubén Villarroya, —quien le precedió en la presidencia de la asociación cultural—, pero Rubén es joven y yo deseaba conocer las cosas de antiguo, las de los primeros aragoneses llegados al municipio.
 
Así, a lo largo de aquella mañana, me encontré como si realmente estuviera caminando por tierras aragonesas. Sin apenas gasto de combustible, en un cómodo paseo y, como si de magia se tratara, con la brisa mediterránea acariciándome la piel.
 
Y es que Aragón se respira en el aire de Puerto de Sagunto con la misma intensidad con la que, en su día, se respiraba la atmósfera de la factoría, origen de este núcleo industrial.
 
Superados los escasos escalones de acceso a la sede del centro regional, ubicada en la calle del Trabajo, mi atención se centró en lo tradicional del local. Allí, la presencia de lo esencial de la tierra aragonesa se percibe en cada uno de sus rincones y, si se presta atención, se aprecian los ecos de los aires arrastrados por el Ebro en su caminar sereno.
 
Con esta agradable sensación, di rienda suelta a mi curiosidad:
 
 
Pregunta.—. ¿Cuándo comienza la andadura del Centro Aragonés en Puerto de Sagunto?
 
Respuesta.— Como «Centro Aragonés» comienza en 1941, pero mucho antes ya era el lugar de encuentro de los aragoneses. La gente que tocaba un instrumento, la rondalla, se reunía e iba de casa en casa donde improvisaban sus cenas y bailes. En aquellos días podías ir a cualquier casa y encontrarte con que unos estaban tocando y los otros bailando con sus mujeres. Después, llegado el año 1941, se funda lo que ya conocemos como Centro Aragonés.
 
P.— ¿Siempre en esta ubicación?
 
R.— No. Cuando llega la época en que ya funciona como fundación, la ubicación de la sede se encuentra en la calle La Libertad. Años más tarde nos trasladamos al domicilio actual, en la calle Del Trabajo, nº 25, a una planta baja que más tarde se convierte en el macroedificio que ya es patrimonio de la entidad.
 
P.— ¿Con qué fin se crea el Centro?
 
R.— En principio no obedece a ningún fin concreto. Simplemente era por la necesidad de los aragoneses de encontrarse a gusto con sus jotas, compartiendo las comidas tradicionales de su tierra —se comía mucho cerdo y embutidos—, allí se conocieron todos y se llegaron a hacer grandes amistades. Por aquellos días había un señor a quien llamaban: El tío Barta; este señor tenía carros y los ponía a disposición de la gente aragonesa, los llevaba de excursión a La Font de Quart o a La Cantera. Cuando llegaban a poblaciones vecinas, como Canet, era como si en realidad estuviera La Ronda pasando por allí.
 
P.— ¿Con qué recursos contaban?
 
R.— ¡Huy…! Recursos ninguno, tan solo con el escaso presupuesto de cada uno. Cuando se llevaba a cabo algún evento —boda, santo o cumpleaños de alguien— pagaba quien invitaba, pero con lo poco que había, con cuatro pastas y poquito más te dabas por pagado. Aún queda gente que me dice: ¿Te acuerdas cuando llegaba el día de San Pedro y te preguntábamos `¿este año hay baile, porque ese día hacían baile en la puerta de mi casa. Venía La Rondalla y se sacaban unas pastas. Todo el barrio se acercaba, y bailaban mientras La Rondalla tocaba. Era muy bonito. Allí todos eran familia. Yo lo sigo siendo de todos mis vecinos de entonces.
 
P.— Pasado el tiempo de las dificultades tras la posguerra, ¿de qué manera contribuye El Centro a la vida social en Puerto de Sagunto?
 
R.— Pues contribuye de una manera muy especial, ya que era el lugar de reunión de todos los jóvenes. Había baile con orquesta, y en esa época, al contrario que ahora, era eso lo que primaba. Pero, además, en el Centro Aragonés era donde se celebraban las bodas, comuniones y demás eventos sociales. Era un local muy grande, y había varias modalidades para poder llevar a cabo los convites: se podía contratar con el Centro todo el servicio, o bien se podían llevar las llandas preparadas en casa; también existía el servicio mixto.
 
P.— ¿Qué relevancia tiene en la actualidad el Centro Aragonés en cuanto a categoría de cuadros folclóricos?
 
R.— En estos momentos contamos con unos cuadros, tanto de rondalla como de cante y de baile que son extraordinarios. Tenemos grandes primeros premios en Zaragoza, Teruel y otros pueblos en los que hemos concursado. Nuestros cuadros siempre quedan primeros o segundos en los certámenes. Estamos catalogados muy positivamente por la calidad de nuestro folclore aragonés pero, además, también por los actos culturales en pro de su cultura. Nuestro Centro no es uno más de los centros regionales, sino uno de los más destacados. Esto lo dice el Gobierno de Aragón que es quien, en realidad, puede juzgarlo. Allí se tiene notificación de todas las actividades que llevamos a cabo y, verdaderamente, nos tienen en gran consideración. El Centro Aragonés de Puerto de Sagunto ha sido, y sigue siendo, la voz de Aragón fuera de Aragón.
 
En la actualidad están compitiendo en la modalidad de canto, Javier Iserte, Esther Villarroya e Iris Giménez, quienes han conseguido muchos e importantes premios. Por su parte, Javier Iserte ha quedado primero en tres ocasiones en el concurso de Aragón TV, así como en Tarazona, tanto de forma individual como formando dúo con Esther Villarroya. En referencia a esta última, hay que destacar asimismo que ganó el primer premio a la mejor indumentaria femenina. Indicar también que «Mujeres de Jota» ha celebrado ya su séptima edición, en la que han sido premiadas: Carmen Cortés, por Aragón, y Esther Villarroya, por nuestro Centro.
 
Todo esto supone un gran esfuerzo, teniendo en cuenta que se compite con cantadores de probado nivel y, además, actuando fuera de casa. Por otro lado, no podemos olvidar la excelente labor realizada por su profesor, César Rubio, quien les dedica un tiempo extra hasta en su propio domicilio. Precisamente, este profesor, César Rubio, fue el impulsor de la actividad Mujeres de jota, actividad muy celebrada en la que se premia a las mujeres distinguidas en el mundo de la jota, tanto a nivel nacional como local.
 
P.— Ha cambiado mucho el perfil de los socios con respecto a aquellos primeros que vinieron a instalarse al amparo de la fábrica?
 
R.— Sí, claro, porque los tiempos han cambiado. Antes hemos hablado de los inicios. Estos fueron con gentes aragonesas, gente mayor… Cuando ya nos vamos al nuevo local nos encontramos con la euforia del baile por parte de los jóvenes, y entonces cambian los hábitos. La gente joven se hace socia del Centro Aragonés porque ya hay sala de baile y todo eso. Sin embargo, ahora ya no se estila ese tipo de diversión entre la juventud. Hoy la mayoría de los socios somos mayores, aunque contamos con un grupo de gente joven que son los que cantan, bailan, forman parte de la rondalla, asisten a nuestras escuelas de cante y baile de jota. Ellos son nuestro relevo generacional.
 
P.— ¿Con qué recursos cuenta el Centro actualmente?
 
R.— Principalmente con la cuota de los socios y la ayuda que nos proporciona el Gobierno de Aragón. La Generalitat, el ayuntamiento de Sagunto y algunos bancos nos conceden una pequeña subvención, pero, con el momento de crisis por el que estamos atravesando, esta aportación se ha visto reducida. Ahora bien, nadie regala nada por nada. Para que, tanto desde Aragón como desde las instituciones valencianas, se nos conceda una subvención, primero nosotros tenemos que avalar con los proyectos que hemos llevado a cabo, y una vez que han estudiado estos proyectos, si lo consideran oportuno, nos conceden la ayuda.
 
P.— ¿Qué actividades realizan en la actualidad?
 
R.— Además de las propias de la entidad, como son las escuelas de canto, de baile y rondalla, los festivales en honor de S. Jorge (patrón de Aragón), los actos de El Pilar y la Peña Cachirulo —todos ellos enmarcados en el folclore aragonés—, llevamos a cabo las actividades de Corte y confección, fútbol 7, macramé, gimnasia tradicional, Tahi-chí, bailes de salón, teatro y exposiciones. En estos momentos estamos haciendo una página Web para divulgar nuestras actividades y ofertar nuestros servicios (misas baturras, bodas, etc.); tenemos también la concentración que se realiza todos los años en un pueblo de Aragón, en la que nos reunimos los aragoneses que vivimos fuera de Aragón.
 
P.— ¿Se siguen manteniendo las rondas al estilo antiguo? Es decir, ¿se ronda a los novios la noche previa a la boda o, si por ejemplo, yo quiero regalar a algún familiar cuando celebra sus bodas de oro una ronda o cosas por el estilo como una misa baturra, o un cuadro de jotas simplemente porque celebro algo y me apetece amenizarlo con una actuación aragonesa, ¿puedo contratarla?
 
R.— Sí. Cuando algún componente de los cuadros se casa, la Rondalla va la noche previa a la boda. Cualquier persona que desee contratar una rondalla para sorprender a algún familiar con una ronda, o quiera que en la noche previa a la boda se ronde a los novios, o si alguien quiere un cuadro de jotas para celebrar una misa baturra, se puede poner en contacto con el Centro Aragonés para contratar la actuación. El precio siempre estará condicionado a la cantidad de componentes que desee que intervengan, así como al lugar donde hubiera que actuar, por si tuviéramos que emplear los servicios de un autobús. Los precios siempre son negociables.
 
Por otro lado, desde nuestro Centro siempre estamos abiertos a colaborar con otras asociaciones de forma altruista aportando nuestras actuaciones en festivales benéficos en favor de alguna causa justa.
 
El tiempo apremia y nuestra charla concluye. Se han evocado momentos de gran satisfacción para Pedro Villarroya, actual presidente de la entidad, pero también para mí que he recordado horas de mi niñez. No obstante, al despedirnos, he intuido que el Centro Aragonés de Puerto de Sagunto seguirá ahí durante muchos años, con sus maneras de hacer, transmitiendo la cultura aragonesa en nuestro municipio y, cómo no, erizándonos la piel a más de un vecino cada vez que se escuche la voz de un jotero acompañada del guitarrico o bandurria.
 
                                                                                                                 
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A día de hoy, después del tiempo transcurrido desde que se realizó esta entrevista, y de nuevo cuando las fiestas de El Pilar están en su mayor apogeo, me sumerjo en el recuerdo y busco entre aquellas jotas que tengo por casa, aquella cuya letra nada tiene que ver con nacionalismos patrios ni veneraciones marianas, sino con los sentimientos de uno de nuestros más ilustres poetas: Miguel Hernández y su «Vientos del Pueblo» en la voz de César Rubio, con quien espero poder charlar algún día.



Fotografía: Javier Iserte
 


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