sábado, 4 de octubre de 2014

QUINQUIS



 
 
 
Hace apenas unos días De Fragua y Yunque rescataba una de mis lecturas comentadas el pasado año para la revista Acantilados de Papel. Hoy, continuando con esa labor, me he detenido en esta novela de Agustín García Meana, excelente narrador y amigo mío. 
No es este el único trabajo que he leído de Agustín. No hace mucho comenté, en la misma revista, su segunda obra publicada y que más adelante os pasaré igualmente por aquí en la sección "Libros de hoy".
Esta que os comento la leí poquito a poco, saboreando cada línea y haciéndome presente en cada una de sus escenas. Después, pasados unos meses, la leí de nuevo. Y si la primera vez me gustó y me atrapó, la segunda, quizá más. Y ya se sabe que no hay dos sin tres. Pero la próxima lectura espero tener ocasión de realizarla en formato tradicional, cuando alguna editorial con sentido común, se dé cuenta de la valía de este escritor. Si no, recurriré nuevamente al monitor, pues realmente vale la pena.
 
 
QUINQUIS
AGUSTÍN GARCÍA MEANA
Editorial Digital CASANDRA 21
 
Paquito recogía un ladrillo del suelo, al pie de la abollada valla metálica que servía de inútil cerramiento a las obras de la calle, y, sin más dilación, lo estampaba contra el cristal del SEAT 850 aparcado en el borde de la acera. La una de la madrugada, ni un alma por una calle cuya farola más cercana estaba a cien metros. Oculto por las sombras de la noche, abría la puerta del coche y se abalanzaba en su interior. Entretanto, “el Piños”, ya se había situado estratégicamente al lado de la puerta, la espalda apoyada sobre el coche, las manos en los bolsillos de su chupa, mirando a uno y otro lado, atento para no ser sorprendidos. Poco después, Paquito se reincorpora —el radiocasete entre las manos—, azuza a su compañero y salen corriendo…

Así arranca esta historia que transcurre en una localidad del norte de España, pero que no es ajena a otros lugares de nuestra geografía y de fuera de ella, pues es una de esas historias que no conocen fronteras; una de esas reales, cuyos protagonistas no son seres excepcionales, sino personas como las que conviven con nosotros —vecinos, amigos o parientes—, cuyas vidas se desarrollan sometidas a las circunstancias que las rodean.

Paquito, el protagonista, es uno más de esos adolescentes que engrosan las listas del abandono escolar bajo la pasiva mirada de unos padres tan ocupados en sobrevivir, que apenas tienen tiempo para ayudarse a sí mismos y a sus hijos a salir de una espiral de carencias.

Tan solo Nuria, la hermana de Paquito, es consciente de la gravedad de la situación que va tomando cuerpo en el interior de aquella casa. Ella asiste, impotente, a la evolución de un Paquito cada vez más alejado del camino, supuestamente recto, que todo joven ha de seguir. Mientras, la calle será testigo de ese desarrollo en el carácter del adolescente chulo y extrovertido que, lentamente, se va convirtiendo en un hombre duro y seguro de sí mismo, dueño de su propia vida, y dispuesto a cuidar de aquellos que verdaderamente le importan. El sexo, la droga, la delincuencia, el asesinato y el Sida se dan cita en estas trescientas páginas, pero ello no es obstáculo para que el amor y el deseo de superación ocupen un lugar importante en la vida del protagonista. Sin embargo, a pie de calle, la realidad no es una realidad de película, sobre todo, cuando no se cuenta con los recursos necesarios.

Esta es una de esas obras bien narrada, en la que adecuación, cohesión y coherencia, caminan de la mano para que el lector se introduzca en la escena como testigo directo de cuanto en ella sucede. Con registros lingüísticos acordes al ámbito sociocultural en el que se desarrolla la historia, Agustín García Meana, nos ha llevado de la mano a través de una época que, aunque ya se nos antoja lejana, muchos todavía recordamos como una pesadilla vivida hace apenas unos días.  Una historia que yo, personalmente, recomendaría en los institutos para trabajarla con los adolescentes. Pero QUINQUIS, es, asimismo, uno de esos libros de difícil accesibilidad en las librerías tradicionales, pues nos encontramos, una vez más, con uno de esos trabajos ante cuya recepción del manuscrito las editoriales recurren al silencio más absoluto, o son rechazados directamente por no contemplar en ellos la firma de un famoso o el tintineo que produce la “caja”.



QUINQUIS se puede adquirir, de momento, en formato digital, contactando con el propio autor en su página de Facebook, o directamente con CASANDRA 21 Ed. Digital.
 
 

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