lunes, 29 de agosto de 2016

Refugiamos




Hace unos días compré un libro de poemas. Al comprarlo no solo quería leerlo. También quería colaborar con el proyecto solidario que llevó a su publicación. No entiendo las políticas, ni las guerras, ni a los hombres que se lucran con ambas. Pero de miradas sí entiendo algo, y muchas de las que contemplo me duelen profundamente.

En una ocasión se me calificó de «buenista demagoga». Quienes me aplicaron este calificativo lo hicieron porque donde yo veía miradas que me dolían, ellos veían invasores. Yo sentía compasión ante aquellos ojos; quienes me llamaban buenista, miedo.  De esto ha pasado más de un año y cada uno seguimos con nuestra mochila de sentimientos: unos, a día de hoy, con su tragedia; otros, con su particular miedo a que en unos años aquellos sean más numerosos y releguen su credo al abismo; y yo, con la misma impotencia.

Por aquellos días me erguí, di la espalda a quienes en los foros se reían de mi compasión. Los dejé allí, comentando entre risas escritas acerca de las voces que se alzaban en apoyo de quienes buscaban refugio al otro lado del mar. Escribí mi pena, como tantas otras veces, la compartí con otros observadores de miradas dramáticas, con aquellos que tampoco entienden las políticas, las guerras y a quienes se lucran con ambas.

A veces compro bolígrafos, envío mensajes por teléfono con fines recaudatorios para esta u otras causas, o compro algún dibujo…

…Hace unos días compré un librito de poemas. Lo han titulado REFUGIAMOS, y en él han colaborado las editoriales Lastura Ediciones y Editorial Juglar. La coordinadora del proyecto ha sido Graciela Zárate Carrió, la cubierta es obra de Goccedicolore y las ilustraciones interiores de Tulia Guisado y Josep Grifoll. Los textos han corrido a cargo de un gran número de poetas, aunque al finalizar la lectura de esta obra he comprobado que no solo hay poesía, sino también artículos y relatos breves. Cada uno de ellos ha contemplado, como yo, el dolor de estas miradas. Y cada uno de ellos se ha dolido con ellas. Son hombres y mujeres que han realizado sus aportaciones a REFUGIAMOS mientras el sabor de la tragedia les lamía las entrañas.

¿Buenistas demagogos? Solo he leído a personas que han puesto su pluma o teclado al servicio de una causa que está clamando al cielo desde hace ya mucho tiempo. ¿Acaso no es eso lo que hacen los poetas? ¿Denunciar las injusticias?

REFUGIAMOS no hará caja, hará esperanza. Esperanza que navega para extender los brazos en un Mediterráneo, en la oscuridad de la noche o en las primeras luces al alba. Los encargados de alargar los brazos son los voluntarios de PROACTIVA OPEN ARMS, organización sin ánimo de lucro que mediante tareas de salvamento y socorrismo está ayudando a los refugiados que llegan a las costas griegas. A ellos está asignada la recaudación íntegra obtenida por la venta de este libro. Estoy segura de que sabrán darle un buen empleo.

Entre estas páginas he reconocido al instante la pluma y las formas de poetas conocidas, pero a la hora de entresacar y transcribir algunos de los versos, en esta ocasión me he decantado por acercaros un fragmento del prólogo que firma Miguel Ángel Blanco. Prólogo al que acabo de dedicar una segunda y reposada lectura.

[…] Sobre las tragedias de los refugiados de todo el mundo siempre surge la poesía, la literatura, el poder de palabra que se rebela y reconstruye imágenes, historias, ideas, sensaciones. La ficción desmenuza las tragedias de la realidad y las pone ante nuestras miradas de tal forma que nadie pueda mirar a otro lado. Y desde esa ficción, que no engaña, resurge la verdad de lo posible. Para que ninguna conciencia pueda esconderse. De ahí, el sentido de Refugiamos, con autores de muchos lugares. En cada creatividad, en cada relato, en cada poesía, en cada escenario, surge una mano tendida para construir un gran puente de acogida. […]

 
Imagen: portada de REFUGIAMOS

jueves, 25 de agosto de 2016

La casa



 

La gente aprovecha las vacaciones para leer, y yo para «no leer». Reconozco que no es lo único que hago contra corriente, por lo menos entre mi gente más cercana.

El mes de agosto lo dedico a salir a pasear por las veredas de los ríos, visitar pueblos con calles empinadas y empedradas o acercarme hasta la playa: esa playa casi desierta a las diez de la mañana —porque carece de arena fina—, que tiende a mis pies un vasto lecho de piedras viejas y erosionadas. Piedras acariciadas tal vez a través del tiempo por manos ajenas que, como las mías, se hacen una y mil preguntas mientras repasan su superficie con las yemas de los dedos.

Mis agostos se parecen mucho unos a otros, a excepción de los correspondientes a los años 2001 y 2008; aquéllos fueron meses para la tristeza, el llanto y la incertidumbre. El presente, de nuevo, ha sido para la armonía y la esperanza, para las excursiones y las visitas recibidas o realizadas.

Aún tengo mucho calor, cada año más que el anterior, pero me siento viva: viva en la calle, en la casa, en la terraza, con mi gente… Quizá es por eso por lo que prescindo de la lectura, de la música, del cine y hasta de la poesía. Y es que la lectura la hallo en esas piedras pulidas de la playa y en las veredas de esos ríos; la música, en el sonido que producen las olas en su viaje de ida y vuelta hasta la orilla, y en el que me regala el curso del agua desde cualquiera de los cauces que visito en los pueblos del interior; así como en las voces de los niños que juegan en el parque y en el canto en las cigarras que me alertan de las temperaturas de las próximas horas, desde lo alto de la arboleda.

El cine y el teatro me llegan a través de las películas, a veces en blanco y negro, y de las puestas en escena que la misma familia y amigos representan para mi deleite. A cada uno de ellos los contemplo con la mirada de quien la proyecta sobre el personaje principal de un film interesante. Ellos son en todo momento los principales protagonistas de sus reacciones, de sus anécdotas o de las de nuestros queridos ausentes… Ausencias que siempre acaban asomándose hasta casi hacerse presentes físicamente, cuando recordamos agostos viejos, alamedas y onomásticas a golpe de calor con el abanico en la mano. Y así, en el conjunto de toda esta amalgama de sensaciones, es donde la poesía cobra el mayor protagonismo.

Pero la rueda gira y agosto toca a su fin. Para ir entrando en ambiente organizo la agenda de cara al próximo curso que este año viene con una novedad muy importante, ya que el otoño traerá una nueva vida a la mía. Pero de eso hablaré largo y tendido cuando llegue el momento. Ahora aún no. Ahora lo que procede es introducirme poco a poco en el ambiente, y qué mejor que hacerlo de la mano de la lectura.

La obra seleccionada es LA CASA, de Paco Roca. Me la ha recomendado una persona que me conoce muy bien y sabe de mi admiración por los ilustradores. Y si las ilustraciones van acompañadas de un buen texto, mejor que mejor. En LA CASA hay muchas. Toda la obra está compuesta por viñetas con dibujos y  el correspondiente texto, pues se trata de un cómic. En mi opinión, un cómic extraordinario. No creí que pudiera llegar al final de su lectura porque a veces este formato me cansa mucho la vista. Pero a partir de la segunda página y unas cuantas viñetas ya estaba enganchada.

El autor narra una historia habitual, carente por completo de sobresaltos, emoción o sorpresa. Ni tan siquiera es una historia aburrida o divertida. Se trata simplemente de lo que acontece en una casa en la que un par de hermanos y una hermana se reúnen tras la muerte del padre. La casa era la segunda vivienda donde la familia pasaba los fines de semana y las vacaciones. Está deshabitada y ninguno de los hijos tiene interés por ella, por lo que deciden reunirse para asearla previamente a su venta a través de una inmobiliaria.

Me ha sorprendido mucho la forma en que he identificado esa casa con las muchas que veo en mis paseos a pie de sierra; incluso con alguna que he visitado en las playas de Corinto o Almarda, construidas de espaldas a las dunas y ocultas por la vegetación del otro lado de un humilde muro. He reconocido en cada una de sus viñetas a familiares muy cercanos en los momentos en que, con gran trabajo y sacrificio, compraron sus parcelas al pie de la Calderona o de la Espadán; cómo fueron levantando las casas ladrillo a ladrillo, primero una estancia y luego su división en habitaciones, la balsa donde refrescarse en el verano, la pequeña huerta en la que entretenerse los fines de semana y tras la jubilación…

Con tristeza he identificado también el modo en que, con el paso del tiempo, aquél que con tanto esfuerzo levantara su pequeño lugar de descanso, ha perdido la capacidad de disfrutarlo, comprobando cómo la huerta se ha quedado yerma, la balsa vacía y… los sueños ocultos en algún lugar muy atrás de la mirada.

Los viejos mueren y los hijos no pueden, o no desean, seguir haciéndose cargo de ese inmueble entre la arboleda. Es mucho el trabajo y mucha la inversión que requiere su mantenimiento. Pero quién sabe, a veces el regreso y un paseo por cada una de las estancias permite reencontrarse con uno mismo; con aquella tomatera que ayudábamos a plantar, con aquel día en que la balsa se cubrió de agua para regalarnos el primer baño, mientras la paella se terminaba de hacer en el paellero de leña, en su rincón construido a propósito con ese fin.

Si tuviera que dedicar este texto, a día de hoy lo dedicaría, sin duda, a Julio. Pero he reconocido a muchos otros Julios en estas páginas.

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Sobre el autor:

Paco Roca (Valencia 1969) es el autor, tanto de los guiones como de las ilustraciones de LA CASA (Astiberri Ed. 2015).

Entre sus obras: El faro, Arrugas (Premio Nacional del Comic 2008 y Goya al mejor guion en 2012 de la versión al cine), Las calles de arena, El invierno del dibujante, Memorias de un hombre en pijama…

Estas son solo una muestra pero hay más, y muchas de ellas han sido galardonadas en distintos certámenes y salones. Asimismo ha sido ilustrador de films de animación. Con Los surcos del azar ganó, entre otros, el premio Zona Cómic y el de mejor obra nacional del Salón del Cómic de Barcelona 2014.

 
Fotografía: -LEH- portada de LA CASA

sábado, 6 de agosto de 2016

Agosto y sus fiestas





Estamos en agosto, mes de fiestas, puertas abiertas y cenas al aire libre.

El lugar en el que vivo es uno más de esos pueblos que se suma a estos festejos estivales. Recuerdo los del pasado año, lo mucho que me gustaron y también lo mucho que los promocioné desde las redes sociales en las que participo.

Había savia nueva en el Consistorio y algo en el ambiente dejaba entrever algunos cambios que ya se hicieron visibles durante las fiestas de agosto. Hubo muchas actividades, algunas de ellas novedosas en el municipio, como fueron: el primer concurso de pintura rápida y la exhibición de gimnasia rítmica infantil por parte del grupo Rítmica y Estética Morvedre.

Con la primera de estas actividades las calles se vistieron de colores. Hubo muchos participantes y se los podía ver por todas partes: unos contemplaban la sierra concentrando en ella todos los sentidos para, a continuación, plasmarla en la tela; otros se deleitaban en los cantones de las calles estrechas o en las fachadas de algunas de las casas; los había que preferían las flores de los parques que circundan el municipio. Ignoro si alguno de ellos decidió montar su caballete frente al inmaculado recinto del Campo Santo. No hubiera estado mal: los cementerios y ruinas son mi predilección cuando salgo de excursión a visitar pueblos de tierra vieja.

En cuanto a la segunda de las actividades que cito, la de las niñas del club de rítmica Morvedre, fue una magnífica y simpática exhibición. Sin embargo, personalmente, creo que fue ninguneada por casi la totalidad de los vecinos. Tan solo un grupo reducido de los miembros del Consistorio se acercó a disfrutar del acto y a aplaudir a las niñas. El resto de espectadores estaba formado por los familiares y amigos de las niñas que participaban.

No sé si en el presente año se llevará también a cabo o si habrá crecido el interés. Los toros embolados y resto de actos taurinos, sí; esos sí se seguirán realizando: son el broche de las fiestas, son su tradición y son su cultura, junto con los correspondientes paseos procesionales y calderas.

Ayer fue la carrera popular. A ver esta carrera y a animar a los corredores también  va casi todo el pueblo, tal vez porque en ella participan muchos de los vecinos, como en el concurso de frontón, de pintura, de disfraces…

El lugar del que procedo también anda estos días metido en fiestas. Durante muchos años, en estas fiestas no se sacó de paseo a santo patrón o patrona. Ahora sí; ahora, de nuevo los sacan a pasear, bien en barco por el mar, bien por el asfalto de las calles que en su día fueron las principales.

En uno y otro lugar se celebran las fiestas como corresponde, porque, a fin de cuentas, eso es lo que toca: Celebrarlas como Dios manda. Y manda tanto que su palabra se hace omnipresente en todo libro de fiestas que se precie de maquetación de alto nivel. Es indiferente que las corporaciones de los ayuntamientos hayan apostado por el cambio y que algunos de ellos estén dirigidos por mujeres en su mayoría; mujeres y socialistas. La fiesta es la fiesta, el toro es el toro y el rosario es el rosario. Y aquí no va a venir ningún miembro de la coalición a jodernos la marrana. Si no le gusta  la palabra divina en el libro de fiestas, que arranque la hoja y punto pelota.

Y como así debe ser, en estas fiestas patronales 2016, el Excmo Ayuntamiento invita a sus vecinos a disfrutar de las fiestas, y para ello nada mejor que hacerlo a través de las divinas palabras del Arzobispo de Valencia, D. Antonio Cañizares Llovera. Sí, el señor de la capa roja.

«¡Mirad a vuestro Dios!», clama el profeta Isaías al pueblo de Israel temeroso, acobardado, débil y vacilante ante la difícil situación que atraviesa (8Cf. Is 35, 3-4). También hoy, ante la situación que vivimos, necesitamos acoger esa misma apelación tan apremiante: «¡Mirad a vuestro dios!» Sí. Necesitamos mirar a Dios, poner a dios en el centro de todo: Dios como centro de la realidad y dios como centro de la vida. Dios es necesario para el hombre, sin Él, el hombre perece y carece de futuro.

Disfrutad  la fiesta.


-Texto cursivo copiado literalmente del libro de fiestas 2016 de Albalat dels Tarongers-
Fotografía: LEH