miércoles, 23 de marzo de 2016

Otra primavera



 

 
 


El aroma de esta primavera recién estrenada se instala en cada rincón de la casa. Sigiloso se desliza escaleras arriba hasta colarse por entre las sábanas -todavía afelpadas- y acomodarse en el lecho ocupado por las últimas escenas ensoñadas.

Tan pronto se echan los pies al suelo se adivinan los rayos del sol que, tímidamente, buscan su lugar en la terraza, junto a los rosales y el galán de noche. Ahí permanecerán hasta bien entrada la tarde, cuando, con la misma timidez, se despidan y vayan en busca de las altas cumbres de la sierra por donde comenzar su lenta escapada.

Yo, puesta en pie, ya avanzo hacia mi quehacer diario. Las habitaciones todavía duermen y procuro no importunarlas. Lo haré más tarde, cuando la mesa esté puesta con los desayunos y el primer noticiario de la mañana me salude desde la pequeña pantalla. Hoy no habrá clase, ni mañana tampoco. Son las vacaciones de Semana Santa y los colegios descansan por unos días. En las calles se nota. No hay prisas ni largas colas en el turno de la panadería. En las ciudades costeras se preparan para recibir a los turistas de interior y en las de interior para recibir a los de la costa. Así andamos… Los que hemos nacido a pie de playa esperamos estos días de asueto para poder disfrutar de la tranquilidad de la montaña. Para ese fin disponemos de magníficas casas rurales en las que poder descansar a la llegada de la tarde, cuando cansados de recorrer alguna de las rutas de senderismo nos dejemos caer exhaustos, pero satisfechos, sobre la cama, dispuestos al momento para ese baño relajante que nos anticipa la cena en el porche o, tal vez, si la temperatura lo aconseja, junto al fuego de leña degustando quizá unas sabrosas chuletas con sabor a monte.

Distinto será para quienes en busca del mar se hayan acercado hasta la costa. Algunos, previo pago de un módico alquiler pactado con la inmobiliaria de turno, se deleitarán avistando desde su mirador en uno de los pisos superiores la magnificencia de un mar en calma, invadido si la casualidad lo permite por algún coqueto velero traviesamente escabullido de su amarre en el puerto. Algunas familias, compuestas por lo general de cuatro o cinco miembros, llegarán hasta estos apartamentos a pie de playa con sus invitados a cuestas, contribuyendo eso sí, a sufragar una parte del arriendo. Total… por el mismo precio donde cabe una familia igualmente caben dos. No importa acabar durmiendo en colchonetas en el suelo o aprovechando al máximo los poco más de cincuenta metros cuadrados del inmueble, colocando sofás cama allí donde antes había una mesita graciosa con su mantel de crepé y su ramillete de flores secas. Es el turismo de playa, el que abarrota las terrazas y los mercados de fin de semana.

Yo, sin embargo, al igual que muchos de mis vecinos, permanezco en el lugar de siempre; de nuevo escucho los ecos de los tambores turolenses, esos que nos indican que existen pueblos que se dejan ver una vez al año y poco más. Si el tiempo lo hace bueno, cuando llegue la tarde,  me acercaré hasta la huerta vecina y tomaré asiento al pie de un frondoso naranjero, respiraré sus aromas y entornaré los ojos satisfecha. Esperaré a que llegue el ocaso y volveré a casa con paso tranquilo, deleitándome con los últimos rayos del sol y recordando antiguas semanas de pascua, cuando, llegado el domingo de Resurrección, los colores invadían de nuevo las calles y la música se podía escuchar otra vez a través de las ventanas entreabiertas de las casas. Los días de duelo habían pasado y la carne volvía, aunque tímidamente en los hogares más humildes, a formar parte de los ingredientes del sustento habitual, dejando el bacalao y los potajes de legumbres para otras ocasiones de ayuno religioso.
 
 
 

Fotografía: Una mañana cualquiera esperando al autobús. LEH

miércoles, 16 de marzo de 2016

ROSA VACAS



 

Durante estas últimas semanas he tenido varios encuentros con una amiga. Ella es Rosa María Vacas, artista nacida en Madrid pero afincada en Puerto de Sagunto desde hace alrededor de treinta años. En el último de estos encuentros he aprovechado para indagar un poco más acerca de su trayectoria pictórica. Así me he enterado de que sus inicios en la pintura se sitúan en el año 1996, de la mano de la profesora Inma Ortega. Posteriormente, serían Carmen Michavila y Pedro García Lozano, entre otros, los encargados de guiar a  Rosa en su proceso artístico.

Su currículo es ya muy amplio. Comienza a exponer en 2010 de forma individual en Canet d’en Berenguer, y de ahí pasa a las exposiciones, también individuales, en Sagunto y Puerto de Sagunto, Soneja…, en las salas de las Casas Culturales de estos municipios y en las de la Fundación Bancaja. De forma colectiva y en apoyo a causas solidarias son muchas las exposiciones en las que ha participado. «Y la realizada conjuntamente con mi compañera de pintura Marisol Romero», me recuerda. Yo aprovecho para mencionar, de paso, sus ilustraciones en distintos poemarios, siendo la última colaboración como ilustradora en una tesis doctoral que trata sobre el cáncer de mama. «Desde hace dos años me atrevo a adentrarme en esa otra disciplina, “la escultura”. En primer lugar bajo la atenta mirada del tristemente desaparecido Pablo Morales, y actualmente con la profesora Beatriz Esteban». «Vaya…, ya veo que no paras», le respondo, y comienzo mi ronda de preguntas:


¿Quiénes son tus referentes en la pintura?

En un primer momento me baso en el impresionismo: Monet, Van Gogh, Kandinsky… A medida que iba aprendiendo, poco a poco fui descubriendo y decantándome por el Renacimiento, como Botticelli, Leonardo da Vinci…, y actualmente me gustan mucho Basquiat y Antonio López. De este último me encanta su realismo, supera la realidad.

¿Con qué técnicas te sientes más cómoda a la hora de trabajar?

Con el tiempo aprendes a incorporar distintas técnicas. Al principio me desenvuelvo bien con el dibujo a lápiz y carboncillo, pero pronto incorporo el óleo y a continuación entro en el proceso de las técnicas mixtas: acuarelas, cretas, acrílicos… Depende del momento.

¿Qué intentas explicar a través de la pintura?

Intento plasmar un poco mis sentimientos, el estado de ánimo en el que me encuentro en un momento concreto. Son diferentes etapas de ese estado anímico. Me dejo llevar por la pintura y voy traspasando al lienzo lo que siento. A veces me sorprendo ante lo que va saliendo. Dejo que fluyan las emociones desde el interior. Emociones y sensaciones en esa etapa de mi vida, o en ese instante en que estoy frente a la tela.

Por tus palabras entiendo que es una forma de comunicación…

Sí. Es una forma de hablar. Realmente, a veces, es una forma de decir. «Mi forma de decir», de reivindicar, de manifestar sensaciones o pensamientos que quizá con la palabra no podría expresar. Me dejo llevar por la pintura y, mediante la creatividad y la imaginación, me permito hacer dibujos para los que no se precisa la palabra. Entonces puedo llegar hasta el espectador de la obra sin necesidad de hablar…, es un modo diferente de comunicación.

Cuando expones una obra al público, ¿piensas que en ese momento no te pertenece?

En ese momento creo que no. Me pertenece cuando estoy expresando mi interior, pero luego, cuando es el espectador el que está delante de esa obra y se deja llevar por lo que le sugiere, o por lo que puede encontrar, le pertenece a él. Le pertenece por un tiempo, en tanto y cuanto se deje atrapar por la sensación que le transmite, bien sea de placer o de frustración, incluso de rechazo. Pero siempre que despierte algo en él, que mueva algo en su interior, serán sus propias sensaciones. Creo que ese es el propósito: Mientras la obra esté expuesta, mover el interior del espectador.

Me has comentado que últimamente te has adentrado en el mundo de la escultura. ¿Quizá la pintura tiende puentes hacia esa otra disciplina?

Sí, claro. La verdad es que ha sido sorprendente el poder practicarla. Para mí es toda una experiencia. Es como llevar tu obra a una forma tridimensional. Una forma distinta de poder tocar la obra. Es muy bonito y gratificante. Me gustaría seguir con la escultura más adelante. Seguir trabajando en su aprendizaje.

¿Quizá es por la diferencia de sensaciones al crear formas nuevas sobre una superficie que no tiene nada que ver con el lienzo o la lámina?

Desde luego es una sensación diferente. En la escultura tocas la obra, mientras que en el lienzo no puedes. En la tela plasmas lo que sientes, pero en la escultura puedes tocarla, moldearla, crear a través de la forma física. Es una sensación que me cuesta definir. Es el tacto con la arcilla, con la tierra, el barro, su maleabilidad… Es una disciplina artística muy bonita, preciosa.

¿Crees que ambas cosas —escultura y pintura— se corresponden con otro modo de hacer poesía?

Por supuesto que sí. La escultura y la pintura son otra forma de hacer poesía, pues todo lo que se refleja son sentimientos, y cualquier forma es válida para expresarlos. No importa el medio; puede ser cualquier forma que te pueda sugerir. Incluso en una pared. Cualquier medio es válido.

¿Qué sientes cuando alguien con mucho dinero lo invierte en una pintura como un medio de inversión?

Pienso que es todo muy relativo. Puede haber pintores cuya obra no valga el dinero que pagan por ella, pero claro… hay muchos intereses por medio y gente implicada que quiere llevarse sus porcentajes. Por el contrario, hay gente muy válida a la que se le niega la posibilidad de dar a conocer sus obras por la falta de recursos, como es no poder pagar a un marchante, o exponer en una sala importante. Éstos tienen complicado hacerse con un buen caché, independientemente de la calidad de su obra. Yo no digo que no haya gente que merezca el precio que pagan por sus obras, al igual que pasa también con algunos poetas y escritores que se han creado un nombre porque se han dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, gente con una gran trayectoria… Pero es verdad que en ocasiones hay muchos intereses por medio.

Cuando se adquiere la obra como inversión, ¿crees que pierde su condición artística?

Yo creo que no. Puedes comprar una obra de un Van Gogh o de cualquier artista de otra época y ellos tienen un nombre y lo valen. Eso no desmerece la obra de arte como tal. Al contrario, lo que pasa es que no todo el mundo puede acceder a una obra de un pintor famoso. La mayoría se tiene que conformar con comprar en alguna feria algo que esté a su alcance.

A veces me pregunto qué sentirían los grandes maestros de la pintura y la escultura si pudieran ver sus obras convertidas en moneda de cambio…

Tenemos muchos autores que prácticamente se murieron de hambre, y solo el tiempo los ha colocado en el lugar que merecen. Creo que al final todo es cuestión del marchante que los ha trabajado y conseguido precios desorbitantes. Quizá se sentirían frustrados por no haber visto reconocido su trabajo en su momento, pero también sentirían orgullo al verse finalmente reconocidos.
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En el aire se me quedan un montón de preguntas por hacer, pero Rosa es una mujer muy ocupada. Forma parte de distintas asociaciones socioculturales con las que colabora muy activamente. Su aportación más reciente fue coincidiendo con el Día Internacional de la Mujer. Consistió en la muestra SECRETOS, una serie de pinturas reivindicativas en favor de la igualdad y contra la violencia de género. Una muestra cuya difusión tuve el placer de compartir, virtualmente, a través de las redes sociales.

 
Imagen: ROSA VACAS -Retrato para ella-