lunes, 3 de febrero de 2020

En el ancho camino




EN EL ANCHO CAMINO
JOSÉ MANUEL PEDRÓS
Ed. Olé Libros -2019-

Kefá el romano, El último conde, El códice de María Magdalena, El silencio de Consolación y En el ancho camino. Estos son los libros de este autor —y amigo— que comparten espacio en mi estante de las novelas. Pero hay más, muchos más, ya que José Manuel Pedrós lleva años escribiendo y cuenta con mucha y variada obra: Poesía, relato corto, viajes, artículos…

Entre sus novelas, a la última que cito: En el ancho camino, he dedicado mi tiempo de lectura durante la última semana. En ese tiempo he transitado por la vida de Juanjo, desde sus primeros años hasta sus reflexiones de hombre maduro en su mesa de despacho con orientación al mar.

Para que pudiéramos acceder al Juanjo protagonista, Pedrós, una vez más, como es habitual en su narrativa, ha desmenuzado el detalle descriptivo. Para comenzar la historia que nos llevará hasta el escenario principal de la obra nos pone primero en antecedentes sobre los orígenes del personaje principal, una especie de árbol genealógico que nos permita identificar cada eslabón de los acontecimientos que más tarde se suceden: el pueblo, las tierras, la familia y la diseminación de esta por otros municipios y provincias cercanas hasta fijar el escenario de la novela en la ciudad de Alicante.

Es allí, en Alicante, donde el personaje cobra fuerza. Allí vive, en el seno de una familia acomodada, dueña, por azares del destino de una importante empresa de calzado. La época es óptima para esta clase de negocio en una España que todavía sobrevive con sus propios recursos. Lejos quedaban aún en el tiempo las reconversiones industriales y los convenios comerciales con otros países que darían al traste con más de una de estas empresas.

En ese ambiente de relajada comodidad crece Juanjo: colegio, amigos, vacaciones en el pueblo en compañía de su abuela y, llegado el momento, los ratos de asueto y formación en el grupo católico de la parroquia

Pero algo no acaba de cuadrar en aquella España de los Veinticinco años de paz. Es cuando el joven deja el domicilio paterno para ir a estudiar a Valencia, cuando se encuentra de frente con los problemas que hasta entonces le habían pasado desapercibidos. Allí, en la Universidad, conoce nuevos amigos, y hablan, y reflexionan acerca «de lo que no se ve a simple vista» en esa España de paz maravillosa, playas de ensueño y guateques juveniles. Conoce de primera mano las manifestaciones a pie de calle, y aunque no se manifiesta en primera línea de pancarta, sí forma parte de las protestas estudiantiles que han de salir corriendo con la llegada de Los grises. Los testimonios de sus compañeros torturados en las dependencias policiales, el abuso y la impunidad con que esta policía se entrega a su trabajo y las lecturas clandestinas que compagina con esas otras de los apuntes de su carrera de Económicas, van afianzando en Juanjo su personalidad adulta.



La lectura me ha resultado muy cómoda y no me ha dejado indiferente. Narrada en primera persona, no se trata de una obra autobiográfica. Sí que es verdad —en palabras del autor—, que muchas de las escenas y acontecimientos que describe están basadas en hechos reales que conoció de primera mano, o descubrió por parte de otras personas cuando se documentó previamente al proceso de redacción. Sin embargo, y esta es mi opinión personal, creo que siempre queda algo de nosotros mismos entre las páginas de nuestros libros. Quizá inconscientemente. Yo que conozco a Pedrós desde hace unos años, he creído ver en el personaje de su novela ese rasgo de serenidad y solidaridad que a menudo he observado en él cuando hemos coincidido. Solidaridad que pone de manifiesto una vez más al colaborar con DISCAMP-MORVEDRE, colectivo de discapacitados de la comarca a quienes van dirigidos los beneficios económicos por la venta del libro.




1 comentario:

  1. Mi amiga Lola Estal, gran lectora y escritora de una sensibilidad especial, ha querido, tras su lectura, hacer una estimación personal de mi última novela, "En el ancho camino". Su evaluación y sus comentarios no pueden ser más juiciosos, pues ni yo mismo habría sido capaz de sintetizar con tanto acierto cuál era el verdadero mensaje que con esta novela quería transmitir. Su criterio de lectora empedernida es siempre fiel a los textos, y su autoeducación, que forma parte de un aprendizaje permanente, dice mucho de su talante como persona comprometida con su tiempo, con sus circunstancias y con sus semejantes. Sólo puedo tener palabras de elogio hacia ella, y desearle que continúe así, porque su filosofía de vida y su empeño social son encomiables.

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