jueves, 31 de mayo de 2012

Desde lo más abajo







Esclava de la tierra que piso y me alimenta
me aferro al lodo tras la lluvia.
Mientras tanto, tú danzas en tus cielos
creyendo poseer la eternidad de aquel
que nos subyuga.
  Mas, aquí en mi suelo
no existe el llanto.
Las miserias se almacenan en las despensas
y con el hambre se mata al hambre
cada día en nuestras mesas.

Cada amanecer, cada primavera
brotan nuevos dioses que vienen a mostrarnos
suaves sendas postreras.
Y con la tarde se marchan tras la decepción
de otras almas...
portando robustas cadenas con las que amarrar las mentes
de aquellos que sólo sueñan.



 Y permanezco en mi mar
sentada tras las dunas que ocultan
mis verdades.
Con ellas me arropo de la brisa
que me trae lejanas voces
de otros cielos...
de otros silencios,
de otras altivas cumbres cubiertas de gloria

No quiero escuchar sus risas
ni quiero observar sus danzas allá en lo alto,
tan sólo quiero tocar la arena
y acariciar con mis dedos su tacto.

Tan sólo quiero sentir
mis pies en la tierra
descalzos…




Del poemario: Desde lo más abajo
Ilustración: Blas, Anacoreta



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