La última vez que la vi estaba tendida
en un lecho ajeno, en una habitación sin vistas, y en silencio. Desde mi sillón,
junto a la puerta, observaba el movimiento de su vientre que oscilaba al ritmo
de su respiración estertórea. Tenía los ojos cerrados y parecía dormida. Ya no
le hablaba. No le decía ya nada. Solo la observaba… Observaba su vientre que,
cubierto por la sábana, suavemente se elevaba y se relajaba, volvía a elevarse
y, al instante, otra vez al espirar, bajaba…
Cuando vi la luz primera estábamos las dos juntas, cuando ella vio la
luz última, también; sin embargo,¡qué sola estaba esa noche en aquella cama
ajena!
Quise
volver a tu vientre y vivir el primer momento…
sentir el
calor de tu cuerpo,
sentir mi
sed por la tuya,
sentir su
amor en tu piel.
Volver a
mirar por tus ojos y escuchar por tus oídos…
ser parte
de tu sonrisa.
Y logré
escuchar el sonido del Mar
cuando se
acerca a la orilla.
Aspiré
aromas marinos, mezcla de arena y salitre
y vi a dos
niños chiquitos que jugaban en tu patio,
un
triciclo en una esquina,
a un
abuelo en una silla liándose su pitillo...
... Y vi a
mi padre contigo bajo aquel cielo Porteño
esperando a
que la noche
me trajera
con su abrigo.
Del poemario: Espontáneos
Dibujo: Blas Estal
Me encanta cómo escribe Loli y las obras de Blas. La que está con este poema me remite a un útero, puede ser? saludos!!!!
ResponderEliminarGracias Débora. En el día de la Madre que se celebra mañana, qué mejor que un útero y el deseo de volver a él y cobijarse.
Eliminar