Mirando en el espejo |
Hace ya algunos años las circunstancias
facilitaron que me cruzara en mi camino con una amiga del otro lado del mar; de
aquella orilla donde se escucha tango y se toma mate para acompañar las horas.
De aquel encuentro en el cruce de caminos surgió una bonita amistad y muchas
horas de conversaciones a través del chat. De una de estas conversaciones nació
esta entrevista, así, sin proponérnoslo ninguna de las dos, y unos meses más tarde
vio la luz en uno de los primeros números de la revista AMARANTO Cultural.
Desde entonces —desde que fue publicada la
entrevista— han pasado cuatro años y el currículum de Débora se ha engrosado
considerablemente. Es por eso que, una vez echado un vistazo a cuanto cuento de
ella en las líneas que siguen, os recomiendo un paseo por su trayectoria
artística, a la que podéis acceder a través de la red.
Débora Trachter nació en Buenos Aires
(Argentina) en 1959. En 1978 comenzó sus estudios de fotografía, pero es en
1990 cuando se decide por el estudio de dibujo y pintura. En 2002 descubrió el
Arte Digital que se transformó en un nuevo lenguaje para ella y la convirtió en
autodidacta con los programas de diseño. En la actualidad estudia Licenciatura
de Arte en la Facultad de Buenos Aires.
Para España ha realizado las
ilustraciones del cuento infantil La
Princesita Inca escrito por una de sus amigas españolas; también para este
mismo país, está trabajando en los bocetos para las ilustraciones de una novela,
y al mismo tiempo prepara su libro Lugares
Deborianos, una obra que recoge fotografías de los lugares que recorre con
su cámara y a las que posteriormente agrega su impronta. En el pasado año,
expuso en Resto Hipólito en Buenos Aires el fruto de siete años de trabajo.
Contemplar su obra fuera del ordenador, materializada, le produjo una enorme
satisfacción ya que su idea principal siempre fue esa: sacar la virtualidad al mundo.
Le gusta lo que hace, y dice de ella
misma que es hacedora de imágenes.
Con el arte digital trata de hacer algo más pictórico, donde las sensaciones,
emociones y climas sean lo que se plasme en la obra terminada. Hace un par de
años redescubrió el placer de hacer fotografía que ahora realiza también
interviniéndolas digitalmente.
Tiene obras en Miami, Nueva York,
Italia, España, Polonia, y Rosario, Los Molinos (la Rioja) y Buenos Aires.
Además mantiene exposición permanente en Artelista.com y Artelistadelatierra.com
Pero sus dos mejores obras son sin duda
Guido y Sol, hijo e hija que comparten y apoyan cuanto hace, y cuenta además
con el calor de unos padres maravillosos y una gran familia, de esas «de
puertas abiertas», en las que cualquier ocasión es buena para reunirse
alrededor de la mesa.
Así yo hoy, apelando a esa amistad que
me une a ella, y aprovechando los beneficios de los avances tecnológicos, le
propongo una entrevista a través del chat a la que ella con una gran sonrisa
que no alcanzo a ver, pero si a adivinar me responde: Me encantó la idea; podés preguntar...
Y pregunté:
P.— ¿Qué es el
Arte Digital?
R.— El Arte Digital
es el arte que se hace con programas de la pc. Para mí, hay varias clases de
Arte Digital. Por ejemplo, la fotografía digital intervenida con programas de
diseño (el Photoshop es uno de ellos); las obras que son técnica mixta, es
decir, aquellas en que se usan los programas de diseño y que luego, al imprimir
en soporte, se pinta encima; y por último, las obras que se hacen totalmente
con esos programas.
P.- ¿Cómo te das
cuenta de que llegas a entusiasmarte por ese tipo de Arte?
R.— Para responder
te tengo que contar mis orígenes en el Arte Digital. Hace unos ocho años, mi
profesora de dibujo digitalizó algunas de mis obras, o sea, las cargó en mi pc.
No sé cómo, descubrí que en la pc había un programa de diseño. Descubrirlo y
empezar a usarlo en las imágenes de mis cuadros y dibujos fue, creo,
instantáneo; y empecé a hacer. No me gustaba lo que estaba haciendo pero, aun
así, lo hacía. Algo interno me decía que debía hacer imágenes que tengo
guardadas en CD, imágenes que espero que nadie vea.
Poco
tiempo después, mi hija necesitaba, para la escuela, tener instalado el Photoshop.
Al principio no entendía nada, y además estaba en inglés que entiendo poco, pero
sentía la necesidad de seguir haciendo imágenes. Al no haber estudiado
Photoshop empecé a darle al mango
(expresión muy usada en Argentina que es cuando se hace algo al máximo) a los
dibujos y efectos, y empezaron a salir imágenes que me gustaban, cosa que, de
haber estudiado, no creo que las hubiera hecho, ya que me habría cuidado de no
hacer ciertas cosas... Por suerte no estudié Photoshop, pero «al no saber dibujar,
no entendía lo que hacía», hasta que Blas Estal, un grande, me dijo algo que
nunca olvidaré: «Vos hacès abstracto
y de esa manera mostràs sensaciones,
emociones, climas...», y no paré de hacer imágenes. Hasta el día de hoy me
sigue emocionando lo que hago; me asombra.
P.— ¿Entiende la
gente lo que haces?
R.— Algunas personas
creo que no. Tampoco hay que entenderlo. Te tiene que gustar o no. A mí a veces
me atraen varias cosas que «no entiendo», pero me transmiten algo, un «no sé
qué» que hace que me detenga ante eso, y que me hace pensar o investigar.
P.— ¿Hay que
tener una habilidad especial para realizarlo?
R.— La misma
habilidad que un poeta tiene para hacer sus poemas y que nos lleguen al alma, o
un músico para combinar las notas y que sus melodías nos eleven. ¿Es habilidad,
o es más que eso? La técnica se aprende, en mi caso la inventé, pero el
transmitir algo es otra cosa. Cuando empecé creo que no tenía habilidades para
diseñar en la pc, pero mucho trabajo, algo de inspiración y magia, hicieron el resto.
P.— ¿Qué te
inspira a la hora de trabajar?
R.— A veces tengo
ideas que quedan en mi subconsciente hasta que, al hacer dibujos, afloran,
salen, y entonces me digo «esto es lo que quería», y sobre eso sigo trabajando.
Un ejemplo de esto es la obra El Grito.
Siempre me gustó El Grito, de Munch y
hace años quería hacerla a mi manera, hasta que hace un par de meses «surgió» El Grito Deboriano. La obra que hago me
inspira; te diría más, es como si el dibujo se hiciera a sí mismo y me
utilizara a mí para su ejecución... fluye.
P.— ¿El Arte
Digital camina de la mano con el resto de las corrientes artísticas o es el
familiar pobre dentro del mundo del Arte?
R.— Me recuerda a
la fotografía. Hace años había gente que decía que no era arte, ya que la obra
la hace una máquina de fotos, y ahora hay muchos que dicen que el Arte Digital
no es arte, ya que todo lo hace la pc. Para mí «sí» es arte. Una nueva forma de
hacer arte. Algunos utilizan pinceles y óleos, otros usan las palabras, otros
la piedra. Yo uso la pc.
P.— ¿Te
transformas a la hora de realizar tus trabajos? ¿O sigues siendo la misma
Débora que un rato antes conversaba con sus hijos sobre la comida que tenía
previsto preparar? ¿Te atrapa tu trabajo hasta el punto de perderte dentro de
él ignorando la realidad del tiempo y el espacio?
R.— ¿Me transformo?
En realidad soy muchas cosas: mujer, madre, fotógrafa, artista plástica,
estudiante, y cada rol tiene sus formas. Me gusta «volar» en todo lo que hago,
pero «volar con los pies en la tierra», si no te alienàs. Llego a ignorar la noción
de tiempo y espacio para crear. Me abstraigo del mundo, pero no como un acto egoísta,
sino para dar lo mejor de mí. No solo me atrapa, también es una necesidad mía
el hacer imágenes.
P.— ¿Te has
sentido influenciada por alguien a la hora de seguir en este atractivo pero
complicado mundo del arte? ¿O no es complicado?
R.— Me gusta la obra
de muchos artistas. Me pueden influenciar algunos temas o modos de
representación, pero no copio. Con relación al Arte Digital trato de ver pocas
obras de otros artistas, no por una cuestión de no copiar, sino porque quiero
que salgan dibujos «deborísticamente
puros» (expresión que acabo de inventar)
¿Es complicado el mundo del arte? ¿O son los
críticos, las instituciones, el negocio, el esnobismo, los egos, la soberbia los
que complican al artista? Hacer una obra, para mí no es complicado. Sí puede
ser trabajoso el hacerla. El arte y el negocio del arte son dos cosas
diferentes, aunarlos es lo complicado. El deseo de trabajar en lo que me gusta,
en lo que amo y que me paguen… sería maravilloso. (risas)
P.- Y tu familia
¿cómo lo vive? ¿Has tenido que renunciar a cosas que los demás mortales creemos
imprescindibles, para poder dedicarte al arte?
R.— Creo que a mi
familia la tengo un poco cansada con los dibujos. Mis hijos son quienes están
más cerca de mí y les pregunto a ellos qué les parece. Luego a mis amigos y
amigas, a quienes les mando mails con muchos dibujitos.
A ver, yo no diría renunciar. Pero, ¿a qué
cosas te referìs? Si son las cosas de
la casa, al no ser mujer de vivir con el plumero en el culo (disculpà la guarrada), las pospongo, pero
las hago. Por supuesto, a mi manera. Y con el resto de «cosas imprescindibles» hay
tiempo para todo.
P.— ¿Qué
relación guarda el Net Art con el Arte Digital?
R.— Net Art es
cuando hacès obras que «quedan en la
virtualidad». Arte Digital es cuando «salen de la pc y las imprimìs». Para explicar la diferencia entre formas más
convencionales de arte y el arte hecho en la pc, te cito una frase del escritor
y teórico del arte Paul Valery, de
1928, refiriéndose al cine y a la fotografía, y yo la traigo al siglo XXI para
referirme al arte digital y al New Art: «Ni la materia, ni el espacio, ni el
tiempo
son desde hace varios años lo que han venido siendo desde siempre».
P.— ¿Aplicas la
filosofía a tus trabajos? ¿Y a los colores?
R.— La filosofía
está en todo. Me valgo de ella para hacer ciertas obras. Algunos filósofos
hablan en difícil y eso me molesta. Pero… ¡Ay, qué ambigüedad la mía!: me quejo
de palabras difíciles y yo hago imágenes difíciles.
P.— ¿Qué ves
cuando cierras los ojos?
R.— Veo pensamientos
hechos imágenes. Veo el interior.
P.— Una vez te
oí decir: «Me gusta fotografiar aquello que nadie quiere ver» ¿Qué papel juega
la fotografía en tu vida. ¿Y en tu trabajo?
R.—¡Amo la
fotografía! Empecé a estudiarla en 1978 y la dejé cuando tuve a mis hijos.
Bah... sacaba fotos familiares; y hace un tiempo la redescubrí. Me gustaría ser
reportera gráfica, o estar todo el tiempo con la máquina de fotos como
extensión de mi ojo. Con relación a mi trabajo, por un lado hago Arte Digital y
por otro hago fotografías intervenidas digitalmente.
Hace días me pasó algo muy loco y
emocionante relacionado con esto: me reencontré con una amiga de la escuela
secundaria que no veía desde 1982 y me hizo recordar que usaba a mis
familiares, amigos y amigas como modelos para mis fotos. Fotos y negativos
perdidos, trabajos que no recordaba. Pero ella conservaba algunos que me escaneó
y mandó por mail: ¡pura emoción! Luego las
fotoyopeé y quedó algo maravilloso aunando la fotografía de antes, la analógica,
con el hoy que es lo digital y los programas de diseño.
P.— Si pudieras
fotografiar el alma, ¿enmarcarías la foto y la colgarías de una pared?
R.— El alma «està»
en las obras. El alma como esencia del artista y del mundo que muestra el
artista. O sea, está colgada de una pared, está en los versos del poeta, está
en la música...
P.— ¿De qué
colores te servirías para plasmar el alma de los poetas? ¿Y el de los ancianos?
R.— No me fijaría
en el color, los plasmaría con luz; ya sea la que irradian o la que necesitan
P.— ¿Qué quieres
ser de mayor?
R.— Si ser mayor es
ser vieja, creo que lo seré cuando sea comida de gusanos...
Débora
Trachter, nunca será engullida por esos pequeños bichitos, si acaso, será un
destello de colores que ilumine un verso libre...
Muchas
gracias por tu tiempo y hasta pronto.
LEH.
Entrevista
publicada en la revista AMARANTO Cultural
(Primavera 2010)
Ilustración: Débora Tráchter, Mirando en el espejo.
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