sábado, 10 de mayo de 2014

Una brecha en medio de la rutina - reseña.




Hace ya algún tiempo tuve ocasión de contactar con Teresa Bosque Moliner con el fin de preparar la presentación de su último libro.  Fue en aquella cita donde me hizo entrega de éste de relatos, publicado un par de años antes: Una brecha en medio de la rutina. Le agradecí el gesto de la dedicatoria y le dije que lo leería con agrado. Sin embargo, este agradecimiento obedecía más a un «bienqueda» que al verdadero deseo de entregarme a la lectura de algo que, en mi opinión, auguraba una gran dosis de morbo. Cuando me despedí de ella, en el trayecto hasta casa estuve ojeando un poquito el contenido de la obra. Al día siguiente, y coincidiendo con las vacaciones navideñas, interrumpí las dos lecturas que tenía sobre la mesa, tanto la de la sala como la de la mesilla de noche, y comencé con el primero de estos relatos.

Como suelo hacer cuando finalizo un libro, si éste me ha gustado lo comento para mis amigos. Entonces lo hice a través de las páginas de la revista Ágora. Hoy la rescato de mis archivos para ofrecérosla a través de La Fragua y el Yunque porque sigo considerándola una buena obra, a la vez que un punto de reflexión quizá para quienes viven momentos inciertos por los recovecos del laberinto oncológico.

 

Teresa Bosque Moliner/Carmela Vélez Serrall

UNA BRECHA EN MEDIO DE LA RUTINA

Primera edición: Noviembre 2009

Editores Policarbonados

 

Teresa Bosque Moliner y Carmela Vélez Serrallé son amigas y compañeras de trabajo en el Hospital General Universitario de Valencia donde realizan su labor de enfermería en el servicio de Oncología. Ambas han sabido aunar su profesión con su vocación de escritoras, dando como fruto la obra que hoy os reseño: Una brecha en medio de la rutina.

Se trata de una recopilación de historias protagonizadas por personas anónimas, cuyas experiencias se suceden en el interior del hospital en el que permanecen ingresadas  bajo la tutela del personal sanitario, y sumidas en la incertidumbre provocada por el diagnóstico recibido.

En esta pequeña obra —128 páginas— las autoras nos han transmitido a través de su narración y de una magistral descripción, los sentimientos y reflexiones a los que el enfermo o enferma se enfrenta pero, al mismo tiempo, dejándonos constancia de las propias sensaciones que estas les producen y que en algunos momentos les permite implicarse en la historia convirtiéndose así en personajes de la escena.

No estamos ante una crónica que cuenta las situaciones de las personas que pasan por la difícil experiencia del diagnóstico y posterior tratamiento oncológico, sino ante una realidad que, a modo de novela, nos muestra la importancia que conlleva el modo en que los familiares y el entorno hospitalario aportan con su personal apoyo, dignificando lo dramático de la situación a la vez que dotándolo de una nueva visión que positiviza y humaniza el estado de «terminal» en el que algunos de estos protagonistas se encuentran.

En Una brecha en medio de la rutina escuchamos la voz de personas reales enfrentándose a su destino, en ocasiones con una gran carga reflexiva, pero también, en otras, aprovechando sus últimas jornadas variando su rutina e intentando realizar aquello que siempre pospusieron, e incluso, desde la sorpresa del acto de amar realizado a última hora, a modo de despedida:

 …Localiza el sillón que en este momento se encuentra vacío. En él debería estar sentada la mujer de Juan; ella siempre está a su lado. Le resulta extraño, si se hubiera marchado, ella lo sabría.

En silencio observa cómo se mueven las sábanas. Es un movimiento lento, pausado; la sábana encimera cubre todo el cuerpo, no se le ve la cara…

Se trata de una lectura cómoda, y en ella aparecen algunos párrafos que me parecieron muy significativos y emotivos, aunque esa emotividad nada tiene que ver con otras lecturas cargadas de dramatismo novelesco. No se atiende al morbo, sino a la dignidad; y es a ese concepto al que se aferra el protagonista de La dignidad de mi muerte, relato al que pertenecen las líneas con las que finalizo este comentario sobre la obra:

…Como cada noche, la enfermera con paso cansino deambula por los corredores de la sala del hospital, siempre a la misma hora inicia su turno de control por las habitaciones; hoy no es diferente a otras, todo se encuentra en calma, y solamente alumbrada por las tenues luces de color naranja de los pasillos, comienza la ronda…

Lola Estal

 

Ilustración: Portada de la obra. 

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