Ya no
trabaja el fuego junto al puerto.
Se
desvanecieron los hornos
como
se desvanecen los sueños
bajo
el azote de la reconversión.
Tan
solo uno de ellos quedó indultado
para
su escarnio y vergüenza.
Vencido
y humillado lo exponen
junto
a ferias y mercados.
En su
vientre yermo se apagó la esperanza
de
quienes alzaron sus voces a pie de asfalto.
Víctima
de las modernas Junos
languidece
erguido,
soportando
el dolor de una herida
que
ya se ha hecho vieja.
Con
estertores de muerte
se
desangra en verso
y da
la espalda al delta y al faro,
al
hambre y al viejo mercante.
Mientras…
Vulcano
se duele en su tragedia.
De: Episodios cotidianos II
Fotografía: Ismael Murria
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