LA GIOCONDA LLORA DE
MADRUGADA
ELVIRA DAUDET
Foca Ediciones - 2006
Hace unos pocos meses, cuando seleccionaba los poemas para la
cita poética que mensualmente llevamos a cabo un grupo de amigas, me di cuenta,
una vez más, del silencio con el que se ha regalado a las mujeres poetas de
nuestro país hasta bien avanzado el siglo XX. Coincidía aquel encuentro con el
14 de Abril, y mi idea era llevar a la cita poemas de mujeres republicanas que
sufrieron las represalias y posterior exilio. En los libros y apuntes que tengo
por casa no vi muchas referencias. Si acaso, alguna esposa de poetas españoles hoy
conocidos internacionalmente. En la mayoría de los listados y libros de texto
ni tan siquiera se aludía a éstas. Entonces lancé la pregunta: ¿Es que durante
la guerra las mujeres republicanas solamente se dedicaban a hacer balas y lavar
la ropa de los soldados? ¿No escribían ellas en las trincheras como lo hacían
sus camaradas escritores?
Mis contactos —femeninos— enseguida me pusieron al corriente
de unas cuantas poetisas que, si no silenciadas, sí han pasado desapercibidas
para muchos libreros. Entre una amiga y yo nos pusimos a buscar en las
librerías del municipio y no encontramos nada acerca de estas mujeres. Elvira
Daudet es una de ellas. Por suerte, las nuevas tecnologías tienen no pocas
ventajas, y con solo poner un nombre en el buscador te encuentras con mucha y
variada información acerca del mismo.
Así fue como llegué hasta los poemas de la autora que hoy
comento. Primero por su blog y después por otros enlaces a revistas, entre
ellos el de la que publica mi amiga Patricia Pérez: El Ballet de las Palabras. Y desde entonces sus versos cuentan con
un pequeño espacio de tiempo en las reuniones con mi grupo de lectura poética.
En el momento de redactar esta nota tengo junto a mí, en la
mesa del escritorio, la última publicación de Elvira. La he recibido hace
apenas una hora. Hube de pedirla directamente a la editorial porque en mi
librería de siempre no fueron capaces de dar con ella. Ignoro el porqué, ya que
se les dio el nombre de la editorial a la que había que pedirla. Según me
dijeron, no pudieron encontrar la antología, pero sí dos de sus novelas. Yo me
decanté por LA GIOCONDA LLORA DE
MADRUGADA. Una historia de amor, de desarraigo en una tierra extraña, de
celos y de maltrato, donde el arte juega un importante papel.
El título nos viene dado por la sensación experimentada por
Soledad, la protagonista, cuando sus ojos se cruzan por vez primera con la
mirada de la Gioconda. Fue en París, adonde su padre, anarquista, la envía como
pupila de unos amigos para salvarla de la miseria sufrida en la España de
posguerra, y quizá para evitarle la escena de su propia muerte, unos meses más
tarde.
El exilio impuesto por el padre y la sensación de aislamiento
que la orfandad le produce en un país ajeno, se ven compensados, de alguna
manera, con su descubrimiento de la cultura: «Voltaire, Daudet, Anatolle
France, Cervantes, san Juan de la Cruz…» Allí, en compañía del anciano
matrimonio a quien el padre la encomienda, toma su primer contacto con los
grandes pensadores del momento. Conoce, de la mano de su maestro de dibujo, a
los pintores consagrados, al tiempo que va perfeccionando sus técnicas y
adquiriendo su trazo personal. Sin embargo, será a través de la música cuando con
más pasión sacará de sí misma la fuerza que imprime a las telas.
A través de la música descubre también el amor. Ambos, arte y
amor, serán su mundo desde que conoce a Christian, gran pianista, directamente
relacionado con la élite cultural de París. Por él ríe, sueña, se siente grande
y también pequeña. Él es quien mueve los hilos de su existencia. Es quien
decide a quién debe ver y a quién no, a quién debe escuchar… la juventud y la
soledad de la joven no le permiten percatarse de que se encuentra en el
interior de un círculo que se estrecha alrededor de su enamorado; una gran
estrechez que la va oprimiendo, que la va anulando y, finalmente, golpeando y
desmembrando en lo más profundo de sus sueños.
No es fácil ser valiente cuando no se tiene a quién recurrir
ni un lugar en el que refugiarse, y además su amor por él sigue intacto a pesar
de la evolución sufrida. Serán de nuevo las artes quienes romperán el cerco y
proporcionarán el vuelo hacia la libertad. Otra vez de la mano de los grandes, en
un entorno tan romántico como el París de sus descubrimientos, igualmente rico
en sus paisajes y en su historia, en sus artistas y monumentos, en la cercanía
de sus gentes…
Conocía la poesía de Elvira Daudet pero no su narrativa. Personalmente
me ha dejado muy buen sabor de lectura su forma de contar y transmitir. El modo
en que describe el entorno aprovechando, de paso, la ocasión para evocar a lo
largo del relato a la bohemia…, llevándonos de la mano a una época en la que
aquí se caminaba con la cabeza gacha y el rosario en la mano, mientras en el
país vecino las vanguardias ganaban terreno y rompían moldes.
Asomarse al arte y a la cultura a través de las páginas de LA GIOCONDA LLORA DE MADRUGADA es como
abrir una ventana permitiendo la entrada del aire fresco. Y es también la
visión, desde la primera fila de butacas, de la manipulación y anulación de la
mujer por los celos, el alcohol y la bajada del telón cuando finaliza la
función de una historia tan triste como esperanzadora.
Lola Estal, para HABLANDO
DE LIBROS
Gracias por eltrabajo que te has tomado en reivindicar la figura de ELvira. Como tantas otras silenciada en un mundo de hombres. La leere con sumo gusto .
ResponderEliminarGracias por eltrabajo que te has tomado en reivindicar la figura de ELvira. Como tantas otras silenciada en un mundo de hombres. La leere con sumo gusto .
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