Es noche oscura. El grupo no duerme. Yo los imagino
frotándose las manos para sentirlas menos entumecidas en el interior de los
guantes. No fuman. Tampoco comen mientras están de guardia. La luna
hace rato que se perdió tras la amalgama de nubes. Ni una sola luminosidad
sobre las aguas que, ahora, dejan escapar sonidos subversivos.
Ellos son la luz que se desliza sobre el horizonte, sobre los
caladeros y sobre sus propios rostros. Sus linternas de largo alcance avanzan
el resplandor hacia el fondo de la noche, como lo hace la lumbre al final de
una oscura calle.
Alguien del grupo ha divisado algo a lo lejos: un objeto
flota al antojo del oleaje que a cada instante se hace más intenso. Da la voz
de alarma a sus compañeros y todos acuden sin demora a la primera fase del rescate.
Desde las últimas horas de la tarde anterior permanecían a la
espera, con todo el material localizado y a mano, señalizado… Apresuradamente completan sus
vestimentas. No hablan, se comunican y dan las órdenes mediante gestos y
miradas. Todos saben lo que tienen que hacer, hay que actuar deprisa.
El foco de la luz se detiene en un
punto sobre la superficie indicando a los hombres el lugar exacto. Son hombres
fuertes, de complexión atlética, preparados para tareas de salvamento en
situaciones duras y difíciles, pero no para ser testigos del drama y sus
consecuencias.
Su misión es desoír los gritos de socorro, los gemidos de
angustia. Tampoco han de prestar atención a los rostros. Sus objetivos están en
el agua y en los bordes de la embarcación… Deben actuar con rapidez. Una vez en
tierra firme ya tendrán ocasión de mirar directamente a los ojos y valorar los
desperfectos de estos seres humanos arrebatados al mar, obra inacabada y
rechazada de un dios perezoso; de cualquier dios de cualquier color y raza, del
que existe y del que no.
El equipo ha actuado de nuevo durante la última
noche. Ahora están exhaustos, no por la labor realizada, sino por la impotencia
ante estas almas, padres, madres e hijos invisibles a las miradas de los dioses
en medio de un mar profundo y oscuro.
Imagen: Blas Estal.
Gran homenaje a esos hombres y mujeres.
ResponderEliminarHay que ser muy valiente para entregarse a esa tarea. Valiente y muy humano. Cualquier homenaje se queda corto.
EliminarGracias por comentar.