…
Allá a lo lejos el mar,
y
aquí al lado los recuerdos.
Voy
caminando despacio,
camino
del horizonte púrpura que sella
mi
senda.
En
mi mente surgen voces
que
me llegan desde lo más bajo
de
lo más atrás.
Y
yo, las ignoro...
Ignoro
sus lamentos que impregnan el aire
de
susurros hambrientos,
de
gritos clamando justicia.
No me
vuelvo tras mis pasos...
No
quiero contemplar los cuerpos
de
los muertos.
No
quiero ver los pañuelos que cubren
de blanco los cabellos de madres y abuelas
en
una Plaza de Mayo.
Me
asusta el silencio en los ojos de aquellos
que
no comprenden el llanto callado
en
los campos de refugiados...
Me
horroriza la media luna
que oprime las
razones de unos seres.
Seres
que ocultan sus rostros
tras
los velos más sagrados.
Estoy
llegando a la cumbre...
Y a cada paso que asciendo
me
desprendo de mi adagio,
pierdo
un poco de mi sueño...
Y sigo adelante...
olvidando
los colores,
ignorando
los sonidos de las hojas
al
quebrarse.
Mi
cuerpo desnudo se ha vuelto pesado
y
el manto de la impotencia
lo
arropa.
En los cielos más altos no hay gaviotas.
En las tierras más altas no hay arenas
y no degusto más sal
que la que vierten mis ojos.
Mis ojos que se han vuelto húmedos,
y a cada paso más ciegos.
Y en mi oscuridad, el alba
me dibuja una sonrisa desde abajo.
Desde
lo más abajo de lo humano,
desde
lo más profundo
de
los corazones
muertos...
Fragmento del poemario: Desde lo más abajo
Fotografía: Ismael Murria. "Playa de Puerto de Sagunto"
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