La lluvia ha pasado de largo sin apenas saludar. El sol
brilla de nuevo recordándome que aún es verano a pesar de lo fresquito de la
mañana. Apetece un chal sobre los hombros mientras desayuno acompañada del
jazmín y del poeta. La perra está perezosa y no me exige el paseo matinal. No así
los pajarillos. Estos llevan a cabo su tertulia desde que amaneció. No consigo
identificar uno de los trinos. Está sobre la copa del pino de la casa
vecina. Al otro lado de la calle otro trino idéntico le responde. Tal vez se
están saludando, o quedando para volar juntos en la tarde hasta quién sabe que
otro árbol distante. De fondo, el cucuú
cu, habitual donde quiera que me encuentre, ya sea en la montaña, en la casa
del pueblo o aquí en la playa.
Se acaban las vacaciones y el verano feroz, más largo y cálido
desde hace unos años. Se irá muy lentamente, ya se aprecia en la temperatura de
la mañana y de la tarde, cuando el sol se oculta tras las sierras. En las horas
diurnas todavía persiste su fortaleza y aún nos ofrece unos días de baño en la
playa que no hay que desperdiciar. Aún no nos cobran impuestos por
introducirnos en las plácidas aguas de nuestro litoral. Aprovechémonos pues de
esa gratuidad. Y hagámoslo con premura, antes de que las olas arrastren hasta
nuestra costa los cuerpos mutilados de los desgraciados migrantes.
Yo prescindiré de ese baño. Intento visualizar el próximo
otoño y vuelvo a pensarme desde dentro, reinventarme una vez más. Tal vez
vuelva a la poesía, o al bullicio de las grandes vías de la ciudad y a los
paseos matinales por los jardines de su río. Hasta es posible que me aleje por
un tiempo de las redes para no conocer los despropósitos de cuanto leo a diario
y los vientos de retroceso social a los que estamos expuestos. Dañan a mi vista
tantas imágenes devastadoras de un mar convertido en una gran fosa y aquellas
otras donde los bosques sucumben ante brutales llamaradas, que he de cerrar los
ojos para evitar el dolor…
Pero, ¿cómo prescindir de todo eso? ¿Cómo vivir de espaldas a
los despropósitos de quienes pretenden gobernar, no solo el país sino el mundo
entero? ¿Cómo conformarse y no protestar y hacerles frente? ¿De qué manera
cuando la impotencia de paso a la desgana?
Y cómo dedicar el pensamiento a tales aberraciones cuando de
fondo se oye el trinar de los pajarillos sobre los árboles vecinos, el susurro
de las olas que llegan mansamente hasta la orilla de mi playa al otro lado de
la tapia…, cuando el poeta reposa bajo la rama de jazmín que me embriaga
mientras me deslizo por las páginas de mi libreta amarilla.
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