Remanso de paz… Me acomodo en un rincón de la terraza, un
rincón ideal para la lectura. Selecciono de la biblioteca el Tomo III de LAS OBRAS COMPLETAS DE GARCÍA LORCA,
donde habla de sus viajes. Lo abro por el capítulo dedicado al Monasterio de
Silos.
En la playa el sol aún está bajo tras el horizonte. La temperatura
es magnífica a estas primeras horas de una mañana de agosto que ya anuncia su
despedida. El olor del jazminero de la casa vecina que se cuela como un intruso
en la escena se suma al atractivo de mi rincón. La perrita duerme, o hace como
que duerme, junto a su caseta bajo el porche. A veces abre un ojo perezoso y me
mira. Tal vez quiere asegurarse de que sigo aquí, de que no se queda sola ni
abandonada en periodo vacacional.
El jazmín me embriaga y me lleva en volandas hasta Silos,
hasta su monasterio. Es la magia del momento que se suma a las letras del poeta
granadino:
[…]No cesan los perros
de aullar… En las paredes altísimas y
blancas de la celda, la luz amarilla de una vela pone ondas de sombras extrañas
y vivientes latidos que lo llenan todo. A veces parece que el techo se quiere
hundir en la opacidad lejana de la luz… Siguen los perros su tragedia. Alguien desde
una ventana, quizá lleno de religiosa superstición, quiere hacerlos callar… Hay
miedo intenso en mi alma. Dentro de mí se agita una afirmación sobre el aullido
de los perros, que escribió el loco y fantástico conde de Lautréamont. En la
habitación se quebraban melosamente dos grandes chorros turquesa de la luna. [.]
La perrita abandona su lugar bajo el porche, mira hacia ambos
lados y, lentamente, viene sumisa hacia mí. Yo interrumpo la lectura y, también
lentamente, como ella, me desperezo y me dispongo a tomar mi libreta amarilla y
mi boli de gel azul.
fotografía LEH, Jazmín
Gràcies Lola per la teua generositat en compartir eixe do literari que tens..
ResponderEliminarGracias a ti por estar ahí, siguiendo mis apuntes.
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