Cuando se cumple más de un mes desde el inicio del
confinamiento impuesto por el Gobierno, mi curiosidad me lleva hasta Emma
Fondevila. Ella es traductora y poeta, al igual que Emilio, su marido, de cuyos
días encerrado en casa ya os comenté en mi anterior entrada.
Emma, como el resto de mis amigas y amigos del círculo de
escritores, acudió enseguida a mi llamada cuando le sugerí la idea de que me
contara el modo en que está viviendo estos días de reclusión y aquí tenéis sus
respuestas:
¿Qué día comenzó tu
confinamiento?
Fue el primer día, el 14 de marzo
¿Previamente hiciste
una ruta de tareas para los días que se aproximaban?
No me dio tiempo a programar nada. Aquel fin de semana fue
una locura mientras trataba de hacerme a la idea de que no iba a poder salir
salvo para hacer algunas cosas que se consideraban imprescindibles. ¡Diferentes
concepciones de lo imprescindible! Todavía estaba abierto el jardín de la
urbanización y se podían dar algunos paseos a las horas en las que no había nadie.
Eso hacía que el encierro fuera más soportable, pero el lunes me encontré con
el acceso al jardín cerrado. Creo que fue entonces cuando caí en la cuenta de
cómo iba a ser realmente y me vi en la necesidad de planificar las tareas.
¿Sigues esa ruta todos
los días o improvisas?
Intento seguirlo. Por las mañanas no me cuesta mucho. Por las
tardes es otro cantar. Parece que las horas se van alargando a medida que
transcurre el día, y a veces me puede el desánimo.
¿Sigues las noticias?
¿Por qué vías?
Sí, tal vez más de lo que debiera. Nada más levantarme pongo
la radio y a lo largo del día voy recurriendo a distintas fuentes: Internet,
los informativos de televisión, otra vez la radio… Según… Me molesta sobre todo
el clima bronco de las noticias políticas, creo que es lo que más me preocupa
de la presente situación. Pensar cómo vamos a salir de esto, si con un gobierno
progresista que encare la situación pensando en los ciudadanos o con un
gobierno como el que gestionó la crisis anterior pensando solo en hacer nuevos
ricos. También me indigna la actitud de la UE y su falta absoluta de
solidaridad, que sigan enrocados en las soluciones que se demostraron
ineficaces e injustas y de las que no quieren despegarse.
¿Cómo es ahora uno de
tus días?
Después del desayuno hago un rato de gimnasia, aunque a veces
me siento antes al ordenador un rato, sin forzarme. Después hago las tareas de
la casa. Al principio limpiaba compulsivamente. Le di la vuelta a la casa.
Después me calmé y voy haciendo lo que considero necesario. La comida la
hacemos mi marido o yo; después de comer vemos alguna serie. Todo esto lo vamos
alternando con recorridos ida y vuelta por la terraza que no es muy grande,
pero hay que mantener algo de actividad. Después dedicamos un tiempo a la
lectura, aunque hay días en que a mí me resulta imposible concentrarme. Por la
noche solemos ver una película. Procuramos acostarnos siempre a la misma hora,
las doce, más o menos. En cuanto al sueño, tengo altibajos.
¿Te vienes abajo en
algún momento?
Sí, hay días que estoy muy activa; otros, me cuesta atenerme
a la rutina que he fijado. Depende en gran medida del tiempo. Si está un buen
día y no hace frío, puedo estar un rato en la terraza y eso me anima mucho. Si no,
me puede el desánimo. También influyen mucho las noticias. Me preocupan las
cifras de muertos y contagiados, me apena mucho la forma en que muere la gente,
casi siempre alejada de sus seres queridos, y quienes pierden a alguien y no
pueden hacer debidamente el duelo, pero también el clima político del país.
Creo que a partes iguales.
Seguro que entre las
tareas para hacer más llevadera esta situación, la más importante o quizá a la
que más tiempo dedicas es a la lecto/escritura. ¿Estás escribiendo sobre lo que
está sucediendo con respecto a la pandemia? ¿Algo nuevo a la vista para cuando
acabe esto?
Así debería ser, pero hay días en los que no puedo con ello.
He estado leyendo libros de poetas argentinos como Javier Galarza, María
Malusardi y Natalia Litvinova. Afortunadamente, me llegaron poco antes del
encierro. Libros muy interesantes como La
noche sagrada, de Javier Galarza, en el que hace un repaso de la literatura
desde Holderling y la va encadenando con Rike, Heidegger, Celan, Freud, Kafka…
todo un recorrido por el siglo XX que refleja los cambios sociales de esa época
tan convulsa. Otros libros como Lo
atenuado, también de Galarza, o Artista
del hambre, de María Malusardi o Un
cesto de trenzas, de Natalia Litvinova, son muestras maravillosas de la
poesía argentina actual. Mientras los leía pensaba que es una pena que tan poco
de esto llegue aquí. Los libros que se editan en Buenos Aires son imposibles de
conseguir aquí, y pocas editoriales españolas se atreven a hacer una reedición.
Apenas llegan los libros de María Negroni; el de Natalia sí que está editado en
España en «La bella Varsovia». Tenía pensado interesar a algún editor, sobre
todo por La noche sagrada, de Javier,
que es un libro interesantísimo, pero con todo esto, quién sabe con qué nos
encontraremos cuando salgamos.
En cuanto a escribir, voy tomando notas. Yo no suelo escribir
sobre lo inmediato, por lo general me tomo un tiempo para reflexionar antes de
que surjan poemas o relatos. Me pasa cuando viajo, por ejemplo. Voy dejando
apuntes, reflexiones. En este caso tienen tintes filosóficos y son bastante
sombríos. En fin… la situación no da para más.
En cuanto a los proyectos para cuando esto acabe… tengo un
poemario que tenía fecha de publicación para enero, pero ¿quién sabe? ¿Valen de
algo los planes anteriores? Todo es tan incierto, tan impredecible como la
propia vida…
*
Todo esto me lo contaba Emma desde su casa de
Collado-Villalba, hace apenas unos días, tras un periodo de confinamiento de
algo más de un mes. Aún nos quedan días,
semanas… por delante, cuyo final es tan incierto e impredecible como ella siente.
No obstante, nosotras seguiremos estando en contacto como hasta ahora,
leyéndonos a través de las redes y compartiendo poesía, de aquí y de allá, su
tierra al otro lado del gran mar.
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