domingo, 25 de noviembre de 2018

Bajo los cerezos de Saitama





BAJO LOS CEREZOS DE SAITAMA

ANA HERNANDORENA GONZÁLEZ

Ed. Caligrama 2018


En BAJO LOS CEREZOS DE SAITAMA, la autora presta su voz a Laura, protagonista, junto a Marc, de esta historia que es de amor, de ilusión, de dolor y… también de esperanza.

Ambos coinciden en Japón, trabajan en la misma empresa, pero Laura lleva un tiempo y está muy integrada entre los compañeros. Se siente cómoda y disfruta de cuanto la rodea. Está encantada con su trabajo. Marc, al contrario, no termina de ubicarse. Será de la mano de Laura como conseguirá acoplarse, de alguna manera, a un entorno completamente desconocido para él.

Los dos son buenos profesionales, afortunados por haber conseguido abrirse camino en un mundo laboral tan complicado para muchos jóvenes de nuestro país. Amantes de su trabajo no desestiman tampoco ocasión alguna para salir a divertirse. En una de esas salidas Marc descubre a una Laura completamente diferente. Una Laura que se divierte alejada de los planos y los proyectos de la empresa. Una joven que sale a correr cada mañana, que ríe, baila, juega y… canta.

Como en cualquier historia de amor, chico y chica se enamoran, se besan, y son perfectos y felices, y a toda esa armonía se une el embarazo, una nueva vida que colmará más si cabe todo ese mundo perfecto. Eso es lo que se adivina a medida que se avanza en las páginas. No obstante, también se asustan, y también sufren. Y aquí es donde la verdadera historia cobra protagonismo. Ya no es el amor ni el buen hacer de dos jóvenes ingenieros lo que la autora no muestra, sino el dolor por la pérdida de ese niño tan esperado que muere en el seno materno pocas horas antes del alumbramiento previsto.

Desde ese momento Laura ya no ríe, ni canta… Teme entrar a la habitación del pequeño, donde todo estaba preparado para su llegada. Marc también sufre. Ambos se duelen por separado. Cada uno a su manera. Prefieren no hablar.

Ana Hernandorena se ha servido de las letras para descargar su propio dolor ante la pérdida de su primer hijo. A modo de novela ha volcado en el personaje su experiencia, y fijado como escenario un país que no le es desconocido y que admira.

Según palabras de la propia autora, cuando pasó por la dramática experiencia de la pérdida de su primer hijo, se vio muy aislada. No encontró referencias que pudieran ayudarla a superar el duelo. Es por eso que ha buscado a través de la literatura los elementos que hubiera querido tener a su alcance en su momento, y ponerlos a disposición de aquellos lectores que estén tan necesitados de la palabra como ella lo estuvo.

Personalmente es un libro que recomiendo. Es una obra bien trabajada, un escenario que no deja indiferente y un tema, el de la muerte prenatal y el duelo posterior, que mucha gente desconoce.




25 N - Basta ya...





En la iglesia tocan a muerto. Dicen las vecinas que «por la Carmen». Yo no la vi, yo no la oí… Yo cerré mi puerta y no escuché.

En la calle andan diciendo que «fue el Tomás». Yo no lo vi, yo no lo oí… Yo Tapé mis oídos y no me puse a mirar.

En su puerta hay unas flores. «Anoche las puso el viento”, comentan hoy al pasar. No me crucé con el viento y por eso nada sé.

Dos niños lloran la ausencia. «Van a llevárselos lejos», se cuenta por el mercado. Yo no los oigo llorar, tampoco los oigo reír.

Yo solo oigo a «la Carmen» hablar y cantar por la casa. Yo solo veo «al Tomás» acariciarle la espalda.

Veo unos ojos maquillados tras unas gafas de sol, y a unos niños que jalean cuando su padre no está.

A un hombre con unas flores y una amenaza en el aire.

Veo que todo anda bien y no me quiero meter. Cierro mi puerta y me escondo. Allá cada uno con él.


De: Los cuadernos de Uba 1116)
Fotografía LEH