martes, 30 de enero de 2018

El gesto





Jamás el gesto reflexivo
fue capturado con tanta belleza...
Jamás el ojo espectador
albergó tanto deseo de penetrar
 en el interior de un pensamiento.




Fotografía: - Ella - de Ismael ME

jueves, 25 de enero de 2018

La vertical del tango




 
 
LA VERTICAL DEL TANGO
 
EMMA FONDEVILLA -Ed.Juglar (1917)-
 
 
Mi Buenos Aires querido. Ese que no conocí...
Hacia allí dirijo la mirada nuevamente. Lo hago de la mano de Emma Fondevila. Y lo hago desde sus silencios que grita a viva voz.
 
Emma asegura en uno de los poemas que componen LA VERTICAL DEL TANGO, que Nunca fue muñeca brava. No hace falta ser muñeca ni poseer la bravura de la mujer guerrera para derramar en el verso toda la fuerza que sale de las entrañas.
 
Como siempre, en esta segunda lectura, leo y releo los poemas según me apetece asomarme a una página u otra. Así paso de la horizontalidad sin límites / sin urbanas veleidades al principio al enfrentamiento entre el inmenso campo / y la inmensidad del firmamento.
 
Y llego a la página veinticuatro donde me detengo en la última estrofa del poema TANGO que me encanta y ya me subrayé en la primera lectura:
 
 
El tango se hace pampa
y huele a tierra
y huele a sexo
Huele a lo que palpita
a materia que desea
 
                     Huele a lo que tiembla
 
Y como llegó la noche y la soledad invita, con el permiso de Emma Fondevila, os transcribo el poema en el que me he detenido cuando me he disponía a escribir esta nota:
 
EPÍLOGO EN DOS TIEMPOS
2
 
      La vida.
El latido continúa
profundo y sostenido.
La pasión se recluye en las alcobas
y los sueños son calientes.
     Como todas las noches
en algún lugar de la galaxia
el río le hace el amor a Buenos Aires
hasta que llega el alba
y juntos consiguen encender el horizonte
fundidos en solar abrazo
    en un abrazo sincopado
              húmedo de lascivia,
                           sexo y tango.
 
 
Fotografía LEH .Portada de LA VERTICAL DEL TANGO.


 
 

 
 
EPÍLOGO EN DOS TIEMPOS
2
La vida .
El latido continúa
profundo y sostenido.
La pasión se recluye en las alcobas
y los sueños son calientes.
Como todas las noches
en algún lugar de la galaxia
el río le hace el amor a Buenos Aires
hasta que llega el alba
y juntos consiguen encender el horizonte
fundidos en solar abrazo
en un abrazo sincopado
húmedo de lasciv


martes, 23 de enero de 2018

Despedida a la hora del Àngelus


Hoy hemos despedido a Antonia. A la real. A la que me prestò su nombre y su mirada. A la que un dìa, sin apenas darse cuenta, se le empezaron a olvidar las cosas sencillas, las cotidianas... y hasta los nombres y las horas.
    Olvidò que tenía cinco hijos. Bueno, cinco hijos no, cuatro hijas y un hijo. Y que tenia nietos y bisnietos, chicos y chicas. Pero no olvidò que tenía un padre y una madre en Puerto de Sagunto. A veces los nombraba. Yo la oì nombrarlos en varias ocasiones. Nunca la vi triste. Le gustaba recibir visitas aunque no las conociera. Se le iluminaban los ojos. Se fijaba en los mìos y acariciaba la peca oscura de mi mejilla. Me ofrecía parte de su merienda. Querìa compartirla conmigo porque no le parecía correcto que ella tuviera sus «sopitas» de café con leche o malta y yo no tuviera nada.
   En la residencia, en su silla, siempre estaba aseada; bien vestida y peinada.
   Hoy, al medio dìa, a esa hora que tenía nombre propio, «la del Àngelus» también estaba aseada. Nos hemos atrevido a mirarla durante unos instantes. No estaba guapa. Estaba «bella» Una belleza especial, serena y dulce. La belleza como último equipaje. Emprendìa el viaje...
   Al otro lado, sus hermanas la esperaban.
Fotografìa LEH

sábado, 20 de enero de 2018

Esperando a la lluvia


 

 


 

A veces siento tu perfume
cuando se acerca la lluvia.
Entre las ramas del árbol
más grande que hay en la plaza
inquieto revolotea
un pequeño pajarillo.

 
Observo sus peripecias
sobre una rama muy frágil,
                          —y pienso en ti…

 
Vuelvo de nuevo a la calle,
aquella que era de tierra,
y te llamo con tu nombre.
Deseo verte asomar
por el portón de madera…

 
Aspiro hondo y comprendo:
«era otro tiempo y lugar»

 
Me alejo de  la ventana
y me olvido de la lluvia
que no acaba de llegar.



De: Los cuadernos de Uba
Fotografía: Lestal  -La casa en el pueblo-

                                                  

 

jueves, 11 de enero de 2018

Si hubieras regresado conmigo



Su estantería, sus libros...



¿Cómo sería si hubieras regresado conmigo a casa? Daríamos paseos por el sol en la mañana. Después nos sentaríamos a escribir. Tú, tal vez a dibujar. Yo escribiría mis textos y tú les harías la ilustración más bonita. O quizá tú harías tu dibujo creado de la nada y yo le pondría mis letras, mi propia interpretación.

Hace ya algún tiempo —aunque parece que fue ayer— yo me prestaba a este juego con una de tus amigas que ahora también lo es mía. Intercambiábamos fotografías y textos. Más tarde se complicó la vida y ya apenas existe el intercambio sin que ninguna de las dos pongamos demasiado empeño en retomarlo. La prioridad es sobrevivir en un medio cada vez más hostil.

Casi al mismo tiempo conocí a otra de tus amigas. Hoy ya no se llama igual que cuando hablaba contigo acerca de la  pintura. La vida cambia y, a veces, hasta nos cambiamos el nombre para adaptarlo a nuestros perfiles. Pasó de la bohemia al misticismo y de éste otra vez a la bohemia. A ratos transita por la vía de la indignación y el activismo. Tal vez ya ha encontrado acomodo para su nueva piel.

Durante las últimas semanas he pensado mucho en tus manos manchadas de tinturas de colores diversos, en el olor del disolvente, en tu mesa desordenada, emborronada y abarrotada de bocetos. Podía visualizar la imagen con solo cerrar los ojos y evocar tu recuerdo. Podía escuchar tu voz que todavía me susurra a veces mientras tomo el café de media mañana.

Jugaba con la ilusión de verte dibujar las líneas que trazarían el diseño para la portada de mi último libro. Habrías llegado al alma de cada letra, de cada página y de cada sonido, y yo presumiría de contar con la portada más bonita del mundo para mi último trabajo.

Hubiéramos formado un buen equipo.

A dos días de la presentación del último libro… te echo de menos, querido hermano.
 
 
Imagen: Blas Estal - parte de sus libros en una de sus estanterías