lunes, 24 de febrero de 2020

Silvia Cuevas-Morales




Hace ya algún tiempo que quería comentar acerca de dos de mis adquisiciones literarias del pasado año. Las compré en la Feria del Libro de Valencia, en la caseta de la Editorial Lastura. Sobre ese día de feria ya comenté en su momento. Fue un día intenso, feliz y productivo. tuve la suerte de conocer personalmente a Lidia López, gerente de la editorial, pero, además, los libros que buscaba me los pude traer firmados por su autora Silvia Cuevas-Morales.


Tenía referencias de esta escritora y poeta por las redes. Me gustaba lo que gente conocida compartía de ella y me interesé por su poética- APÁTRIDA: DIARIO DE UN DESTIERRO y EL TREN DEL MIEDO Y OTROS RELATOS -este último de relatos- fueron mis obras seleccionadas.
 
Los leí pronto, durante las dos semanas siguientes a mi visita a la feria. El de poesía, como es costumbre en mí, lo leí primero de un tirón. Después, lo fui cogiendo a días y leyendo algún que otro poema. Siempre vuelvo a mis poeta y los releo. Y siempre lo hago en voz alta. Me gusta la lectura a viva voz.

Pero Silvia Cuevas-Morales es mucho más que sus obras. Es la mujer entera que, al igual que yo leo en voz alta, ella escribe en voz alta. Y alza su voz no solo por ella. Es una voz a la que no detienen tiranos ni fronteras, una voz que hoy os acerco desde esta sección de «entrevistas» de De Fragua y Yunque.

¿Quién es Silvia Cuevas Morales?


Difícil pregunta.  ¿Alguna vez llegamos a saber quiénes somos realmente? Soy una mujer sencilla, feminista, solitaria y nostálgica por naturaleza. Algunas personas dicen que soy poeta… Una mujer a quien le quita el sueño las injusticias, la desigualdad, el terrible drama de las personas desplazadas y que buscan refugio lejos de su tierra natal, los abusos de poder, los asesinatos machistas, la represión de los Estados supuestamente democráticos... Una mujer que aún tiene sueños y que lucha por no perder la esperanza. Una mujer que cree en tender puentes y que sumar es mucho mejor que restar, aunque demasiadas veces me doy de bruces con la dura realidad, el egoísmo, el oportunismo y la hipocresía...

¿Qué recuerdas de tu primera infancia?

Mi madre, mi escuela, mis profesoras, mi mejor amiga que se llamaba Cecilia, mi barrio de Santiago. La imagen de la cordillera en la distancia. Mis vacaciones con mi familia en tren durante los veranos. Las clientas de mi madre que venían a casa (mi madre era modista). Recuerdo a esas mujeres fuertes, independientes, valientes que traían telas exóticas de sus viajes y que tras el Golpe no volví a ver.

¿Guardas la imagen de cuando te dijeron que teníais que emprender un largo viaje?

No recuerdo con exactitud cuando mis padres me lo dijeron, pero tardamos dos años en salir del país tras el Golpe de Estado de 1973. Teníamos dos opciones, Australia o Canadá, que fueron los países que en ese momento abrieron sus puertas a miles de chilenos y chilenas. Australia nos aceptó primero. Recuerdo que por entonces llevaba un diario, como toda adolescente, y en él describí esos momentos. Ahora tendría que desempolvar ese diario para recordar esos momentos que mi memoria adulta ha borrado.

¿Apreciabas algo raro o especial en el ambiente de casa durante los días previos al viaje?

Cuando por fin tuvimos fecha, recuerdo el nerviosismo de mi padre y de mi madre. Recuerdo cómo las cosas iban desapareciendo de casa. Supongo que las iban vendiendo o regalando. En especial, recuerdo la enorme tristeza de mi madre y la inquietud de mi hermana. Yo tenía 13 años y mi hermana 15.



¿Recuerdas el viaje

Tengo mala memoria y mis recuerdos son borrosos, pero sí recuerdo algunas cosas. Recuerdo el haber hecho una escala en Lima, Perú, donde pasamos una noche. Luego otra escala en Papetee, Tahití. Allí nos quedamos en unos apartamentos, y luego Sídney, creo…  y nuestro destino final, Melbourne. Me sorprende, ahora que me lo preguntas, que no recuerdo quién nos despidió en el aeropuerto de Chile y tampoco recuerdo ningún detalle de ninguno de los aeropuertos en los que hicimos escala. Siempre he pensado que el shock de cambiar de país me hizo borrar muchos recuerdos. La cantidad de cosas nuevas y la necesidad de sobrevivir en una nueva cultura, solapó la experiencia del viaje y la despedida…

Y llegas al destino: Otra lenguaotro colegioy… el mundo de las letras ¿Cuándo empiezas a escribir?

Como te comentaba antes, ya de pequeña escribía en un diario y allí empecé a escribir mis primeros versos, pero no fue hasta llegar a Australia que ya me puse a escribir poemas en inglés como un reto. En la secundaria tuve una profesora que me alentó y me apoyó muchísimo, Ms. Valerie Campo. Solíamos quedar durante el almuerzo para ver mis poemas y corregirlos y ella me animó a participar en una revista que se publicaba anualmente. Luego ya vino mi época universitaria donde empecé a moverme en algunos grupos literarios y a enviar mis poemas a revistas. Antes costaba mucho más que ahora publicar, pero por fortuna, aunque a veces recibía una carta que me decía que en esa ocasión no me publicarían, también recibí cartas de muchas en que sí aceptaban mis poemas. Incluso pagaban por los poemas publicados, no como ahora.

¿Conservas tus primeros textos?

Sí… aunque debería quemarlos porque son horrorosos, pero les tengo cariño. También conservo copia de todas las revistas literarias australianas y los periódicos en los que me publicaron.

¿Qué te mueve a la poesía?

De adolescente comencé a interesarme por la poesía en la escuela, aunque no fuera un género popular entre mis amistades. Y la verdad es que ya de muy jovencita empecé a escribir mis primeros versos. Jamás pensé en publicar, pero a nivel personal me servía como un desahogo. Yo era muy tímida y solitaria de joven y sentía tantas cosas que quería expresar pero que jamás me hubiera atrevido a expresarlas en voz alta, y supongo que la poesía se prestaba para esa expresión. Para mí, de joven, se trataba de una forma inmediata de volcar en papel lo que quería expresar.

Luego vino el aprendizaje y por supuesto que ya no me limito a escribir tan sólo de «sentimiento». Gran parte de mi poesía es social, pero sigo prefiriendo el verso a la prosa aunque también haya publicado relatos.  La poesía me ha acompañado durante tantísimos años que no puedo imaginar mi vida sin ella, tanto como lectora y como autora.

Y llega también el activismo: ¿En qué momento?

Si hablamos del activismo como participación activa en movimientos políticos y sociales, supongo que desde muy jovencita sentí interés en los pueblos y los colectivos oprimidos, aunque no milité en ningún partido ni asociación oficialmente, pero desde joven apoyé y participé en muchas marchas y eventos. Actos de apoyo al pueblo Kurdo, Saharaui, chileno, al pueblo mapuche, al pueblo aborigen de Australia, al pueblo palestino, y por supuesto en marchas y actos feministas y en actos en apoyo al colectivo LGTBI. 

En España, participé activamente durante más de diez años en Vindicación Feminista y en el Partido Feminista de España, fundado por Lidia Falcón. Luego «me quemé» y hace años voy por libre, aunque sigo apoyando diversas luchas, tanto en la calle como con mis escritos.

¿Alguna razón personal? 

Creo que el hecho de haber presenciado un golpe de estado en mi país natal me marcó para siempre y no puedo callarme ante las injusticias ni la represión. El hecho de haber sido emigrante dos veces (en Australia y en España) también me ha marcado profundamente y me niego a aceptar el racismo sin hacer algo. Me niego a cerrar los ojos ante el drama de las pateras, de lxs refugiadxs. Y definitivamente el hecho de ser mujer y lesbiana, me ha llevado a participar en el movimiento feminista y en el movimiento LGTBI. Aunque reitero, ya no milito ni pertenezco a ninguna entidad ni asociación pero, mientras viva, seguiré intentando hacer lo que pueda para combatir y denunciar las injusticias y el abuso de poder en el mundo. Ya sea en la calle o con mi poesía o con mi participación en actos solidarios.

 ***

Y emprendes nuevos caminos que en estos momentos te sitúan en España. Aquí es donde llego a conocerte y leerte. Eres traductora, escritora y poeta, pero te prodigas más divulgando la obra de otras mujeres que la tuya propia. A diario nos acercas a poetas que fueron silenciadas, pero también a autoras contemporáneas que no conoceríamos sin la labor de difusión de mujeres como tú. A unas las rescatas del silencio y a otras les abres la puerta que nos permite conocerlas. Es sin duda una gran labor además de necesaria. 

Quienes te seguimos en fb comprobamos que tus inquietudes siguen en pie de guerra en defensa de la justicia y de la igualdad real entre hombres y mujeres… Por desgracia, desde hace unos meses, la indignación te golpea muy directamente desde tu Chile querido. La tiranía que se materializa en las calles de tu país y el silencio cómplice de los medios en esta parte que tanto se llena la boca cuando de otros países se trata, te supera —nos supera—. He comprobado a diario cuánto te duele ese silencio. 

Podría alargarme mucho en esta charla, saboreando un buen café calentito ahora que hace frío, y sé que aportarías a mi sobremesa un sinfín de cosas positivas. Pero de momento me sumergiré de nuevo entre las páginas de APÁTRIDA: DIARIO DE UN DESTIERRO, en uno de esos poemas que transcribo y que me tocó mucho la fibra desde la primera de sus lecturas:

Yo vi
Buitres lanzando bombas sobre la Moneda
mancillando la ilusión del pueblo
ensangrentando las alamedas

Yo vi
Títeres disfrazados de falsas primaveras
apostados en los tejados
disparando sobre el pueblo que corría por las aceras

Yo vi 
A mi padre pedaleando en una bicicleta rota
camino a casa con el corazón destrozado
como el de sus compañeros en la derrota

Yo vi
A mi madre en lágrimas cosiendo a escondidas
para seguir manteniéndonos
con algunas de sus clientas 
exiliadas
                               desaparecidas

Yo escuché
Las ráfagas de madrugada
las botas del enemigo que en cada puerta acechaban
mientras las casas de los traidores
                               emergían abanderadas

Yo vi
Mi hogar desaparecer en cuatro maletas desvencijadas
mis amigas
                mis libros
                               mi infancia
Todo se esfumaba mientras mi país se desangraba

Yo vi
Aquella enorme nave que surcaría los cielos
los ojos llorosos
                los pañuelos que se agitaban en el viento
y jamás volví a pisar lo que fue mi pueblo

Yo vi
Y aunque me quedara ciega
jamás se borrará el recuerdo
del horror que ese día


Como indico al principio de esta charla-entrevista, cuento con dos de las obras de Silvia, APÁTRIDA -DIARIO DE UN DESTIERRO- y EL TREN DEL MIEDO Y OTROS RELATOS, pero su obra y publicaciones en revistas es mucho más intensa. La podéis visitar en su blog:
silviacuevas-morales.blogspot.com 

No os dejará indiferentes.


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