sábado, 12 de diciembre de 2015

Desasosiego


Los sueños y las pesadillas, pesadillas y sueños son.


Le dieron a los hijos la corbata «Es para que no se ensucie de sangre» dijeron. Éstos, de forma mecánica, como venían haciendo desde las últimas horas, tomaron la prenda sin prestar atención al porqué de la entrega. Después, todo sucedió de forma rápida.

Al llegar la noche, ella se encontraba sentada en el aseo, con los pies introducidos en la bañera grande, blanca; los lavaba con agua abundante y jabón de pastilla. Frotaba sus plantas con fuerza cuando un reguero de sangre comenzó a mezclarse con el agua que, ahora, teñida de rojo, se perdía apresuradamente por el desagüe.

«La toalla debe de estar manchada de sangre por una de sus puntas, esa que se ha resbalado hasta el fondo de la bañera» dijo a su hijo que se encontraba al otro lado del aseo. Él no respondió, permaneció sordo a sus palabras.

Siguió frotando con fuerza sus plantas, y cuanto más frotaba y más cantidad de agua y de jabón empleaba, más sangre cubría el fondo de la bañera. Comenzó a preocuparse cuando observó que en uno de sus pies, una zona se ennegrecía extendiéndose hacia los dedos y el talón. Entonces recordó que le habían quitado la corbata para que cuando diera comienzo el proceso previo a la autolisis no se manchara de sangre.

Reflexionó acerca de la presencia en la escena de una tía y una prima, presencia que era innecesaria, aunque se alegró de verlas después de tantos años.

Se olvidó de la sangre y de las dos mujeres; ahora su temor se centraba en la tristeza en que se había convertido el rostro del hijo, tan cerca de ella en aquel cuarto de baño, y tan lejos ya, para siempre.

 *

Las primeras luces entraron por la ventana de la habitación y, de un salto, se levantó de la cama. Sintió deseos de llorar pero no lo hizo. Fue directamente al aseo, y sin mirar siquiera la bañera cubierta por la cortina de plástico, se lavó la cara con abundante agua y se quedó largo rato contemplando su rostro reflejado en el espejo.

Durante el resto del día, solo la visión de un cuerpo inerte, con una corbata sujetándole la mandíbula, le recordó que, algún día, la vida dejará de ser sueño y el sueño cobrará vida cuando se haga real la despedida.

 
De: Breves II
Imagen: Blas Estal

 

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