domingo, 19 de abril de 2020

Los amigos cuentan... EMMA FONDEVILA






Cuando se cumple más de un mes desde el inicio del confinamiento impuesto por el Gobierno, mi curiosidad me lleva hasta Emma Fondevila. Ella es traductora y poeta, al igual que Emilio, su marido, de cuyos días encerrado en casa ya os comenté en mi anterior entrada.

Emma, como el resto de mis amigas y amigos del círculo de escritores, acudió enseguida a mi llamada cuando le sugerí la idea de que me contara el modo en que está viviendo estos días de reclusión y aquí tenéis sus respuestas:

¿Qué día comenzó tu confinamiento?

Fue el primer día, el 14 de marzo

¿Previamente hiciste una ruta de tareas para los días que se aproximaban?

No me dio tiempo a programar nada. Aquel fin de semana fue una locura mientras trataba de hacerme a la idea de que no iba a poder salir salvo para hacer algunas cosas que se consideraban imprescindibles. ¡Diferentes concepciones de lo imprescindible! Todavía estaba abierto el jardín de la urbanización y se podían dar algunos paseos a las horas en las que no había nadie. Eso hacía que el encierro fuera más soportable, pero el lunes me encontré con el acceso al jardín cerrado. Creo que fue entonces cuando caí en la cuenta de cómo iba a ser realmente y me vi en la necesidad de planificar las tareas.

¿Sigues esa ruta todos los días o improvisas?

Intento seguirlo. Por las mañanas no me cuesta mucho. Por las tardes es otro cantar. Parece que las horas se van alargando a medida que transcurre el día, y a veces me puede el desánimo.

¿Sigues las noticias? ¿Por qué vías?

Sí, tal vez más de lo que debiera. Nada más levantarme pongo la radio y a lo largo del día voy recurriendo a distintas fuentes: Internet, los informativos de televisión, otra vez la radio… Según… Me molesta sobre todo el clima bronco de las noticias políticas, creo que es lo que más me preocupa de la presente situación. Pensar cómo vamos a salir de esto, si con un gobierno progresista que encare la situación pensando en los ciudadanos o con un gobierno como el que gestionó la crisis anterior pensando solo en hacer nuevos ricos. También me indigna la actitud de la UE y su falta absoluta de solidaridad, que sigan enrocados en las soluciones que se demostraron ineficaces e injustas y de las que no quieren despegarse.

¿Cómo es ahora uno de tus días?

Después del desayuno hago un rato de gimnasia, aunque a veces me siento antes al ordenador un rato, sin forzarme. Después hago las tareas de la casa. Al principio limpiaba compulsivamente. Le di la vuelta a la casa. Después me calmé y voy haciendo lo que considero necesario. La comida la hacemos mi marido o yo; después de comer vemos alguna serie. Todo esto lo vamos alternando con recorridos ida y vuelta por la terraza que no es muy grande, pero hay que mantener algo de actividad. Después dedicamos un tiempo a la lectura, aunque hay días en que a mí me resulta imposible concentrarme. Por la noche solemos ver una película. Procuramos acostarnos siempre a la misma hora, las doce, más o menos. En cuanto al sueño, tengo altibajos.

¿Te vienes abajo en algún momento?

Sí, hay días que estoy muy activa; otros, me cuesta atenerme a la rutina que he fijado. Depende en gran medida del tiempo. Si está un buen día y no hace frío, puedo estar un rato en la terraza y eso me anima mucho. Si no, me puede el desánimo. También influyen mucho las noticias. Me preocupan las cifras de muertos y contagiados, me apena mucho la forma en que muere la gente, casi siempre alejada de sus seres queridos, y quienes pierden a alguien y no pueden hacer debidamente el duelo, pero también el clima político del país. Creo que a partes iguales.

Seguro que entre las tareas para hacer más llevadera esta situación, la más importante o quizá a la que más tiempo dedicas es a la lecto/escritura. ¿Estás escribiendo sobre lo que está sucediendo con respecto a la pandemia? ¿Algo nuevo a la vista para cuando acabe esto?

Así debería ser, pero hay días en los que no puedo con ello. He estado leyendo libros de poetas argentinos como Javier Galarza, María Malusardi y Natalia Litvinova. Afortunadamente, me llegaron poco antes del encierro. Libros muy interesantes como La noche sagrada, de Javier Galarza, en el que hace un repaso de la literatura desde Holderling y la va encadenando con Rike, Heidegger, Celan, Freud, Kafka… todo un recorrido por el siglo XX que refleja los cambios sociales de esa época tan convulsa. Otros libros como Lo atenuado, también de Galarza, o Artista del hambre, de María Malusardi o Un cesto de trenzas, de Natalia Litvinova, son muestras maravillosas de la poesía argentina actual. Mientras los leía pensaba que es una pena que tan poco de esto llegue aquí. Los libros que se editan en Buenos Aires son imposibles de conseguir aquí, y pocas editoriales españolas se atreven a hacer una reedición. Apenas llegan los libros de María Negroni; el de Natalia sí que está editado en España en «La bella Varsovia». Tenía pensado interesar a algún editor, sobre todo por La noche sagrada, de Javier, que es un libro interesantísimo, pero con todo esto, quién sabe con qué nos encontraremos cuando salgamos.

En cuanto a escribir, voy tomando notas. Yo no suelo escribir sobre lo inmediato, por lo general me tomo un tiempo para reflexionar antes de que surjan poemas o relatos. Me pasa cuando viajo, por ejemplo. Voy dejando apuntes, reflexiones. En este caso tienen tintes filosóficos y son bastante sombríos. En fin… la situación no da para más.

En cuanto a los proyectos para cuando esto acabe… tengo un poemario que tenía fecha de publicación para enero, pero ¿quién sabe? ¿Valen de algo los planes anteriores? Todo es tan incierto, tan impredecible como la propia vida…


*

Todo esto me lo contaba Emma desde su casa de Collado-Villalba, hace apenas unos días, tras un periodo de confinamiento de algo más de un mes.  Aún nos quedan días, semanas… por delante, cuyo final es tan incierto e impredecible como ella siente. No obstante, nosotras seguiremos estando en contacto como hasta ahora, leyéndonos a través de las redes y compartiendo poesía, de aquí y de allá, su tierra al otro lado del gran mar.






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