Templo de Diana |
De vuelta a los Apuntes,
aprovecho este de un nuevo y recién estrenado verano para reincorporarme a la
tinta tras un breve paréntesis en el tiempo. En esta ocasión no escribiré de
fiestas estivales ni de fuegos recientes junto a las orillas de playas y ríos. Tampoco
de meigas ni osas celestiales indicando el camino hacia la paz de la noche bajo
la atenta mirada de la luna.
Por fin ha llegado el calor, tan temido por unos como deseado por otros. Aquí en mi tierra siempre es igual, húmedo y persistente. El día es
para la playa y la tarde noche para… ¿Por qué no para una ruta nocturna por la
Sagunto histórica? ¿Y quién mejor que Celia Peris para guiarnos en esa ruta?
Hacia allí dirigimos los pasos, hacia Sagunto, a las ocho de
la tarde de este nuevo verano. La cita con nuestra guía turística, Celia, es en
la Plaza Mayor. No vamos solos, sino con el grupo de amigos de Acero y Vida.
Somos puntuales y tras el correspondiente saludo comenzamos la marcha por las
calles empedradas de una ciudad tan cercana como, a veces, desconocida. El calor
no nos preocupa, le echamos ganas y abanico. Nuestra primera parada es en El Templo de Diana. Ante el pequeño
recinto, frente al muro, nuestra guía y amiga nos pone en antecedentes sobre el peso de la religión en los medios de poder, en unos días en los que nos quedan muy lejos en el
tiempo, pero que casi somos capaces de visualizar a través de sus palabras. Nos
habla del porqué de la ubicación en este lugar y no en otro. En breve, junto a
la iglesia de Santa María, nos muestra la relevancia de esa ubicación. Los
dioses son a veces caprichosos y no se conforman con un lugar cualquiera donde
ser adorados por sacerdotes y fieles.
Dejando atrás la iglesia de Santa María, uno de los puntos más emblemáticos de la ciudad,
construida sobre la Mezquita Mayor, subimos hasta el Arco de la Judería, Portalet de la Sang. Personalmente he de
decir que pararme en este arco me hace sentir bien. Es el espacio saguntino que
más me gusta visitar. Nos adentramos en la calle, estrecha y sinuosa, sin
salida, con un rincón perfecto donde dejar volar la imaginación. No obstante,
los vehículos estacionados en ese rincón mágico y otro que se pone en marcha
para abandonar la judería, rompen súbitamente esa magia.
Volvemos sobre nuestros pasos y Celia nos va guiando a través
de la historia: el barrio árabe, con sus callejas retorcidas, la importancia
que esa sociedad daba al interior de sus hogares restando espacio a las calles.
Parada obligatoria frente a La Ceca,
situada igualmente sobre un punto estratégico del culto y la política; Portal de Ferrisa…
En nuestro recorrido vamos visitando parajes casi escondidos
a la vista del visitante, restos de losas con inscripciones visigodas, restos
de muros correspondientes a las distintas puertas de la ciudad amurallada; fragmentos
considerables de vía, protegidos ahora por gruesos cristales en los bajos de
las fincas…
La ruta ya llega a su fin. En el inicio fue Diana, la diosa; en nuestro final de
recorrido es Mitra quien cobra
protagonismo. Ahora Celia cede la palabra a Mariachu, otra amiga del grupo. Es
ella quien, a la vista de estos últimos restos arqueológicos, nos pone en antecedentes
sobre la historia de esta divinidad y comenta las semejanzas que guarda con
algunos aspectos del cristianismo.
Sin duda ha sido una tarde-noche veraniega de lo más
instructiva gracias a la profesionalidad de nuestra guía. Solo queda
descansar los pies tras el recorrido por las calles empedradas y empinadas de la
ciudad. La cena nos espera. El Arrels
Restaurant nos tiene reservada buena mesa y mejor cena. Y además en un
marco incomparable y rodeada de excelentes amigos.
Este será un comienzo de verano del que, no tengo la menor
duda, guardaré siempre un grato recuerdo.
Fotografía: Sherpa -Templo de Diana -Sagunto