Estamos muy crecidos desde que la
decadencia y el esperpento disponen de los recursos y los escaños de la
Consellería.
Que los actos taurinos y
procesiones varias son los broches de oro de cualesquiera fiestas patronales que
se precien es de todos sabido y conocido, aunque cada vez son más los vecinos
que aprovechan para irse de vacaciones fuera de su municipio. Conviene cambiar
de aires, que julio y agosto son muy calurosos, y dejar la fiesta para aquellas
entidades que las programan con el dinero de todos pero no para todos.
Hace unos años me llevé la
sorpresa con «La cagada del manso». Tuve que leer varias veces en el libro de
fiestas para asegurarme de que había leído bien. También hubo competición de
comer fartons, así, al estilo Sangonera —personaje de una de las
obras de Blasco Ibañez que murió de un atracón—. Este año hay también concurso
de Ali-oli, creo, pero lo más de lo más en las fiestas de ambos núcleos
es la engañifa de pasar por una exhibición de trashumancia infantil lo que es
en realidad un encierro con becerros para que los más pequeños vayan pinchando
a los animales y entrando en ambiente para cuando crezcan, que no será
precisamente en el ambiente del pastoreo trashumante.
Las redes están que arden. De
todo he leído en los comentarios de los vecinos, desde el insulto más machista
y retrógrado a una animalista hasta el tan manido «si no te gusta no ‘vallas’»
Por suerte todavía no han puesto
de moda violar a una virgen a la vista de la talla del santo patrón o patrona,
pero lo de lanzar una cabra desde lo alto del campanario o desde el Alto Horno
no lo veo muy lejano, actitudes para eso y mucho más sí se aprecian entre los
peñistas y simpatizantes, aunque ellos preferirían lanzar a un animalista si
ello no tuviera luego consecuencias legales.
La Bego —no la de Sánchez, sino
la de mi pueblo—, desde su lugar privilegiado presidiendo la Alameda y sus dos
colegas del núcleo de arriba, un año más se han cubierto de gloria… o de
esperpento.
La prensa local, mientras tanto,
blanqueando el maltrato animal y elogiando la garrulería de unos cuantos.