Hoy, en medio de este trajín en
el que transcurre mi confinamiento, me evado a un rincón solitario de la casa,
en busca del silencio. Deseo recordar, a solas, aquellas horas. Las horas de
unos días grises. Grises por el humo que cubría la atmósfera, y grises por la
incertidumbre que se cernía sobre aquellos que dependían del gran amo. Hoy me
habitan las imágenes de los días en los que yo nada entendía cuando los guardiaciviles,
con sus armas en la mano, corrían tras los trabajadores por las calles aledañas
a la fábrica. Yo era pequeña, pero alcancé a verlos desde una de las ventanas
de la casa de la abuela, allá en aquella casa de la calle Andalucía, muy próxima a la
Tenencia de Alcaldía.
Por aquella gente que corría
huyendo de los culatazos, por aquellos que eran detenidos en sus casas los días
previos a este Primero de Mayo que en nada se identifica ya con aquellos otros
cubiertos de gris. Por todos ellos, mis Episodios
Cotidianos.
«Arriba, cubriendo el cielo, solo humo,
abajo, solo hombres que caminan
con sus miradas perdidas.
Sus trajes de faena son azules
—No, no son trajes…—
Solo unos pocos hablan,
a voces.
«Carne de cuartelillo», los llaman
aquellos que visten de verde.»
Fotografía: Ismael Murria -Horno Alto, Puerto de Sagunto-