Mi interlocutor es Marcial
Yuste Blasco. Lo conozco desde que era un niño de apenas ocho años. No me era
ajeno su temprano interés por las aves y su apuesta por la naturaleza. A medida
que fue haciéndose mayor fuimos perdiendo el contacto, salvo encuentros
esporádicos por cuestiones familiares.
Hoy, por estas cosas de
las redes sociales —que a veces me aportan gratas sorpresas— lo he vuelto a
encontrar. Su vocación y su trabajo no están centrados en la ornitología, como
yo pensé que sería, pero sí muy vinculados a la conservación del medio
ambiente: «Geografía física y ordenamiento de territorio», dice su perfil
académico; y añade, al profesional, toda una gama dirigida por y hacia el mundo
del Bonsái.
Y yo, como ignoro todo lo
relacionado con estos arbolitos, pero intuyo que su cuidado trasciende más allá
del cuidado habitual de cualquier planta, y como además soy preguntona,
aprovecho que me he encontrado de nuevo con Marcial y, tras el saludo de rigor,
comenzamos nuestra charla.
Si
busco la definición de Bonsái en el
diccionario de la RAE observo que me ofrece dos respuestas, y finaliza con una
tercera indicación: «Bon=tiesto y Sai=plantar»
Muy
simple ¿no?, esto «de tiesto y plantar». Una definición muy humilde para un
arbolito tan bello. ¿O acaso no es un árbol?
En realidad, genéticamente
no se diferencia en nada de cualquier otro árbol de la naturaleza. De hecho, si
los dejáramos crecer acabarían adquiriendo el tamaño de sus congéneres
silvestres. Y, bueno, la definición literal de bonsái sí es la que aparece en
el diccionario de la RAE, pero esa es una definición muy simplista. Bonsái es
muchas cosas. Primero, bonsái no es solo un árbol en una maceta. Además, se ha
de buscar su belleza y para eso se debe trabajar su componente estética, es decir,
al final acaba siendo una obra de arte donde el artista que lo diseña utiliza la
naturaleza y las formas que observa en ella como fuente de inspiración, para
llevarlas un paso más allá, buscando idealizarlas. Así es como se diseña un
buen bonsái.
Entiendo
entonces que es un árbol, una técnica, un modo de filosofía, una disciplina
artística…
Bueno, esto no acaba aquí.
Este noble arte se originó en China y luego llegó a Japón donde se perfeccionó.
Allí los Maestros de bonsái dedican toda su vida en cuerpo y alma al cuidado y
formación de estos pequeños árboles en miniatura, que recuerdan a pequeña
escala a sus hermanos que crecen en el medio natural. Es un arte Zen muy
relacionado con esta filosofía de vida, y las personas que lo profesan
generalmente son grandes amantes de la naturaleza.
En Japón el arte del
bonsái es ancestral y los maestros enseñan a sus aprendices todas las técnicas
necesarias para mantener en perfecto estado de salud un árbol cultivado en un
tiesto. Además, hay que dominar un sinfín de técnicas para poder mantener el
árbol con unas reducidas y proporcionadas dimensiones sin afectar a su salud y
vigor. La enseñanza en Japón de este arte, que en origen procede de los samuráis,
es muy estricta, teniendo que trabajar los aprendices prácticamente todos los
días durante al menos cinco años para alcanzar su maestría.
Los que nos dedicamos al
mundo del bonsái generalmente somos personas que tenemos una gran sensibilidad
por la naturaleza y necesitamos estar conectados y rodeados de
ella. En Japón hasta la religión está muy influenciada por la naturaleza y, de
hecho, los Kami son dioses que
residen en la mayoría de seres vivos que habitan el medio natural, incluidos
los árboles.
Allí, en Japón, el arte
del bonsái sigue un método de aprendizaje muy férreo y disciplinado que
recuerda a los gremios de artesanos de la antigüedad, en los que el maestro
enseñaba el oficio al aprendiz a base de gran sacrificio. Hoy en día hay muchos
alumnos de muchas partes de occidente que viajan a aquel país para aprender de
la mano de grandes maestros esta disciplina, que ya empieza a considerarse universal y
símbolo de paz.
¿Cuándo
y cómo llegas a tomar contacto con este mundo?
Mi pasión por la
naturaleza desde pequeño, mi gran interés por la cultura exótica oriental e
incluso la forma de pensar de los orientales, con la que me identifico
plenamente y en especial con la de los japoneses muy conectados con la madre
naturaleza, es lo que despertó en mí mi pasión por el bonsái. Un día, comprando
en un centro de jardinería, pasé por delante de la sección de arbolitos en
maceta etiquetados como «bonsái», y acabé comprando un pino y un olivo de unos
cincuenta euros cada uno. Con mi inicial ignorancia del tipo de cuidados y
cultivo que debía proporcionarles, acabaron muriendo. Este percance actuó como
revulsivo, pues al día siguiente empecé a buscar cuanta información encontré
sobre cómo cuidar y cultivar un bonsái, y desde entonces no he parado de
estudiar y aprender hasta el día de hoy.
Viendo el camino que he
recorrido con más de quince años de afición, echo la vista atrás y soy
consciente de lo mucho que todavía me queda por aprender de este arte
inabarcable, en el que una sola vida no es suficiente tiempo para estudiarlo
todo.
Es
muy interesante todo esto que me cuentas, pero ¿hay quizá otra finalidad o
función del bonsái? ¿Decorativa, medioambiental, como relajación en su cultivo
y cuidado…?
El bonsái tiene muchas
utilidades, desde decorativas, como terapéuticas y relajantes, así como de
creatividad y superación. Aunque, en definitiva, detrás de todo ello hay un
gran amor y pasión por los árboles y la naturaleza. Si no ¿cómo se explicaría
la gran dedicación que destinamos a nuestros bonsáis, con incontables horas de
cuidados y trabajos hasta alcanzar su etapa de madurez? Recordar también que un
bonsái nunca se termina. De hecho, a un bonsái se le dispensan tantos cuidados
y atención que, si todo va bien, acaba viviendo más que nosotros. En Japón hay
árboles que han pasado de generación en generación, y a día de hoy siguen entre
nosotros.
Es interesante remarcar
aquí que algunos bonsáis en Japón llevan cultivándose en maceta más de
quinientos años, y entre ellos hay un Pino Blanco Japonés (Pinus pentaphylla), que sobrevivió a la bomba atómica, y los
japoneses en un gesto digno de admirar se lo regalaron a los americanos en
recuerdo de lo que no se debería volver a repetir jamás.
¿Cuál
es el proceso en la formación de un arbolito?
Es un proceso muy complejo
y que requiere un largo camino de aprendizaje, que en primera instancia ha de
pasar por ser capaz de realizar un buen cultivo de un árbol en una maceta y
aplicar un sinfín de técnicas de forma correcta para no debilitar el árbol y
conseguir mantenerlo en unas proporciones ideales, según las reglas y normas que
rigen el arte del bonsái. Explicarlas sería eterno y no tendrían cabida en un
solo libro.
¿No
da la impresión de estar jugando a los dioses cuando se intenta paralizar el
desarrollo de estos arbolillos?
El hombre en todas sus
acciones interviene modificando la naturaleza, ¿o acaso la agricultura no
modifica las especies para hacerlas más productivas? Y no por eso vamos a
renunciar a la agricultura o la ganadería, base de nuestra alimentación. Ya he
comentado que genéticamente no se diferencian en nada de sus congéneres de la
naturaleza. Y bueno, los árboles en la naturaleza crecen porque en el medio
natural todas las especies y todos los individuos están en continua
competencia, buscando hacerse un sitio y conseguir los recursos necesarios para
sobrevivir.
En el caso de los árboles
esa supervivencia pasa necesariamente por crecer más que los árboles de su
alrededor para conseguir más luz, más agua y más nutrientes, que determinará
que puedan sobrevivir o no. En nuestro caso nosotros nos preocupamos a diario de
proporcionar a nuestros bonsáis todo lo que necesitan, por lo que en esa
situación los árboles no precisan crecer y hacerse grandes para evitar la
competencia con sus congéneres, por lo que, de esa manera, un bonsái puede
estar en perfecto estado de salud y alcanzar su plenitud sin necesidad de hacerse
grande, ya que de igual manera conseguirá toda la luz, agua y nutrientes que
nosotros le proporcionaremos. Se ha demostrado que incluso algunos bonsáis
llegan a vivir más que sus congéneres en la naturaleza. Evitamos que les
ataquen las plagas, que enfermen, les proporcionamos todo lo que necesitan, así
que, aunque no hablan -a nuestra manera, porque se comunican de distinta forma- creo que si les preguntáramos nos dirían que como
bonsáis viven muy bien. Y, bueno, hay personas que piensan que este arte es
como una tortura, que nos pasamos el día podando los árboles. A estas personas
yo les diría que pensaran un poco antes sus palabras. En la naturaleza todas
las ramas de un árbol están compitiendo por alcanzar la luz y muchas que ocupan
posiciones menos favorables se van debilitando y acaban muriendo. Es decir, el
árbol prescinde de ellas y solo se queda con las que le proporcionan más
energía, así que hasta el propio árbol hace una especie de poda continua y
selectiva, desechando todas las ramas que le suponen una carga.
Nosotros, mediante un
sinfín de técnicas que utilizamos de forma precisa y adecuada, lo que tratamos
de conseguir es mantener todas esas ramas necesarias para ejecutar su diseño en
perfecto estado de salud, evitando a toda costa que el árbol comience a debilitarlas,
porque él continúa creciendo y las ramas bajas e interiores acabarían, si
dejáramos el árbol que creciera libre, debilitándose y muriendo. Y bueno,
respecto a lo de jugar a dioses, quizá algo sí, o más bien yo diría
«maestros de la naturaleza».
¿Cuánto
tiempo se tarda en crear uno?
Pues es bastante variable
pero no menos de cinco años, y normalmente diez o más. Aunque, como ya te dije,
un bonsái nunca se termina, él continúa creciendo por lo que, si lo
descuidamos, al final tratará de convertirse en un árbol normal.
¿Es
asequible económicamente?
Variará dependiendo del
tipo de árbol que busquemos y de su calidad. Hay bonsáis desde poco menos de
cien euros, y otros que se han llegado a vender por más de un millón.
¿Es
fácil adquirirlos?
Dependiendo del nivel de
bonsái que busquemos será más o menos fácil dar con él. De todas formas, hoy en
día hay mucha oferta y de muy diversos precios. En los centros de jardinería
puedes encontrar arbolitos en maceta de cinco, diez o quince años, en los que
en su etiqueta reza «bonsái». Pero como ya he dicho, «bonsái» es más que un
árbol en maceta, por lo que quizá ese nombre a esos ejemplares les quede un
poco grande. Aunque ese material si se sabe trabajar bien, con tiempo,
dedicación, conocimientos y técnicas, al final puede convertirse en un bonsái
digno. Si lo que queremos es partir de árboles con potencial para ser
trabajados como bonsái, tendremos que ir a parar a tiendas especializadas, en
las que ya los precios serán más altos, pues ese material cuesta más de
encontrar y eso lo encarece.
¿Tú
los compras y luego los trabajas?
Bueno, yo soy maestro de
bonsái, instructor de la Asociación del Bonsái Español (ABE) e igualmente
instructor de la organización Bonsái Clubs Internacional (BCI), que que agrupa a la mayor parte de asociaciones y clubes del mundo. Tengo mi colección particular
de bonsái que he ido seleccionando a lo largo de muchos años, buscando sobre
todo aquellos árboles sobresalientes en los que veía algo especial y único. Por
otro lado, en mi escuela enseño el arte del bonsái y trabajo los árboles de mis
alumnos. También me dedico a mantener la colección de bonsáis de personas
particulares.
Los
pisos de hoy no suelen ser muy espaciosos. ¿Es preciso tener un jardín?
Más que un jardín lo que
se precisa es disponer de un lugar exterior donde el árbol reciba la luz del
sol y sienta el paso de las estaciones, así como sus cambios climáticos. Como he
dicho, no se diferencian en nada de sus congéneres de la naturaleza, por lo
que, como ellos, donde mejor están es en el exterior.
Los bonsáis entre otras clasificaciones como la que hace referencia a sus formas o estilos también se agrupan en base a sus tamaños. los hay que tan solo miden a lo sumo cinco o diez centímetros (en japonés denominados Shinto) y los que llegan casi a un metro de altura (llamados Imperial). Así que si disponemos de poco espacio, pero eso sí aunque sea pequeño podemos disponer nuestros arbolitos en el exterior, entonces vivir en un piso tampoco debería ser un problema.
¿Se
necesita una habilidad especial además de paciencia para para elaborar un buen
ejemplar?
Lo más importante es tener
verdadera pasión por la naturaleza y especialmente por los árboles. Hay que
tener en cuenta que cuando adquiramos un bonsái, desde ese preciso momento su
supervivencia va a depender única y exclusivamente de nosotros. Las técnicas se
aprenden y, bueno, dependiendo de la habilidad de cada uno costará más o menos
asimilarlas, pero para eso está el maestro, para saber enseñarlas y adaptarlas
a las particularidades de cada alumno. Y sí, paciencia infinita también, ten en
cuenta que hay futuros proyectos de bonsái que incluso parten de semilla y
pueden pasar quince, veinte o más años para al final llegar a ver la imagen de
un bonsái de calidad. De todos modos, ese proceso de formación y refinado se puede acortar bastante
si previamente partimos ya de material con cierto potencial.
Una
tarea muy larga
Sí, como te comenté, hay
árboles que se llevan cultivando como bonsái más de quinientos años. De hecho,
los árboles normalmente suelen ser más longevos que nosotros y, bueno… puede
ser una buena manera de pasar un legado de padres a hijos, algo que
habitualmente ocurre en los viveros de Japón, donde se cultivan bonsáis en los
que hay maestros cuidando de los árboles que en su día su tatarabuelo comenzó a
cultivar.
Y
ya, para terminar esta agradable charla, decirte que he visto algunos de tus
trabajos y me parecen verdaderas obras de arte. Sobre todo, después de esta
extraordinaria lección que me acabas de dar sobre el bonsái. ¿Quieres añadir
algo más?
Agradezco mucho tus
palabras y sí, como dije, un bonsái es un árbol cultivado en una maceta, pero
que va más allá y es requisito indispensable trabajarlo y dotarlo de una
componente estética para generar la belleza que tanto agrada a quien lo
contempla. Y esto generalmente no ocurre por casualidad. Hay que conocer y
dominar muchas reglas y normas. Algunas comunes a otras disciplinas artísticas.
Parte de eso se aprende y el resto forma parte del grado de creatividad artística que
cada uno lleve dentro y sea capaz de exteriorizar y expresar. Respecto a la
enseñanza, llevo enseñando unos cinco años, y desde este último me dedico a
tiempo completo a transmitir todo el amplio conocimiento del que se compone
este arte milenario.
Ahora vivo en el centro,
donde tengo mi escuela física y donde realizo talleres para enseñar la parte
práctica. Hoy en día con internet la docencia también ha pasado a otra
dimensión, y ofrezco la posibilidad de estudiar un módulo online en el que se ofrece un curso avanzado de arte bonsái con
una duración de cuarenta horas. En breve también voy a dar la opción de enseñar la parte práctica mediante vídeos en directo. Así que posibilidades
para quien quiera adentrarse en esta apasionante afición hay muchas. Solo hace falta dedicarle algo de
tiempo, que si se quiere se sabe encontrar, aunque parezca difícil, en un modo de vida tan acelerado como el
actual. «En bonsái todo ese mundo pasa a un segundo plano y los tiempos adquieren otra escala, la de la naturaleza…»
***
Muchísimas gracias por tu
tiempo, Marcial. Ha sido todo un placer volver a charlar contigo y recibir esta
clase magistral acerca de esos «arbolitos», que desde hoy veré con otra mirada cada
vez que pase por su sección en el centro de mi jardinería habitual.
Más información:
Marcial Yuste
Blasco
Maestro de la
Escuela Sagunt Bonsái (ESB)
Instructor de
la Asociación del Bonsái Español (ABE)
Instructor del
Bonsái Clubs Internacional (BCI)
info@saguntbonsai.es
www.saguntbonsai.es
Escuela Sagunt Bonsai. sagunt.bonsai.es
También en su pág. de facebook donde comparte imágenes de sus trabajos.