Dime si puedes venir, querido Puerto, a renovar la tierra de
este páramo en que se ha convertido mi parque que las letras quiebra. Estoy triste
porque no llueve y triste si llueve mal y a destiempo.
Vamos, querido Puerto, viste tus mejores galas, las de color
marino con fondo gris, y sube navegando por un Palancia desprovisto de cauce.
Vienes y vas junto a mí hasta la Baronía. Ya no entiendo tus
palabras como tampoco tus silencios.
Qué haces por estas huertas, querido Puerto, tú solo, aislado,
si a cada revuelta del camino
vuelves al mar la cabeza como yo la vuelvo.
Yo te miro desde lejos y, de repente, me siento vieja como el
poeta.Y salgo corriendo a pillar un taxi para perderme entre aquella gente amiga de dramaturgos y de las letras.
Y siempre encuentro las mismas voces: de Churruca y de Victoria,
de Palmereta y Baladre, de Mercado y de Claveles. Y siento ganas de llorar y
renacerme para hacerme gotas de sangre revolucionaria, quizá segregacionista.
Incomprensible, mi querido Puerto, este pupitre en celo y sin
maestro. Tu traje de color marino o de fondo gris, qué más me da hoy, si ya no
puedo vestirlo en mi cuerpo distante y frío.
Fotografía: LEH