A
falta de veinticuatro horas para que Aragón celebre su fiesta más
emblemática, recuerdo que, hace algo más de un año, cuando el invierno se
despedía y las mañanas invitaban al paseo por la playa, decidí acercarme a
charlar un ratito con Pedro Villarroya. Mi intención era que me pusiera un poco
al corriente de la andadura del Centro Aragonés de Puerto Sagunto. Anteriormente
yo había visitado ya a Rubén Villarroya, —quien le precedió en la presidencia
de la asociación cultural—, pero Rubén es joven y yo deseaba conocer las cosas
de antiguo, las de los primeros aragoneses llegados al municipio.
Así,
a lo largo de aquella mañana, me encontré como si realmente estuviera caminando
por tierras aragonesas. Sin apenas gasto de combustible, en un cómodo paseo y,
como si de magia se tratara, con la brisa mediterránea acariciándome la piel.
Y
es que Aragón se respira en el aire de Puerto de Sagunto con la misma
intensidad con la que, en su día, se respiraba la atmósfera de la factoría, origen de este núcleo industrial.
Superados
los escasos escalones de acceso a la sede del centro regional, ubicada en la
calle del Trabajo, mi atención se centró en lo tradicional del local. Allí, la
presencia de lo esencial de la tierra aragonesa se percibe en cada uno de sus
rincones y, si se presta atención, se aprecian los ecos de los aires
arrastrados por el Ebro en su caminar sereno.
Con
esta agradable sensación, di rienda suelta a mi curiosidad:
Pregunta.—. ¿Cuándo comienza la andadura del
Centro Aragonés en Puerto de Sagunto?
Respuesta.— Como «Centro Aragonés» comienza en 1941,
pero mucho antes ya era el lugar de encuentro de los aragoneses. La gente que
tocaba un instrumento, la rondalla, se reunía e iba de casa en casa donde
improvisaban sus cenas y bailes. En aquellos días podías ir a cualquier casa y
encontrarte con que unos estaban tocando y los otros bailando con sus mujeres. Después, llegado el año 1941, se funda lo que ya
conocemos como Centro Aragonés.
P.— ¿Siempre en esta ubicación?
R.— No. Cuando llega la época en que ya funciona como
fundación, la ubicación de la sede se encuentra en la calle La Libertad. Años más tarde nos
trasladamos al domicilio actual, en la calle Del Trabajo, nº 25, a una planta baja que más tarde se convierte en
el macroedificio que ya es patrimonio de la entidad.
P.— ¿Con qué fin se crea el Centro?
R.— En principio no obedece a ningún fin concreto.
Simplemente era por la necesidad de los aragoneses de encontrarse a gusto con
sus jotas, compartiendo las comidas tradicionales de su tierra —se comía mucho
cerdo y embutidos—, allí se conocieron todos y se llegaron a hacer grandes
amistades. Por aquellos días había un señor a quien llamaban: El tío Barta; este señor tenía carros y
los ponía a disposición de la gente aragonesa, los llevaba de excursión a La Font de Quart o a La Cantera. Cuando llegaban a
poblaciones vecinas, como Canet, era como si en realidad estuviera La Ronda pasando por allí.
P.— ¿Con qué recursos contaban?
R.— ¡Huy…! Recursos ninguno, tan solo con el escaso
presupuesto de cada uno. Cuando se llevaba a cabo algún evento —boda, santo o
cumpleaños de alguien— pagaba quien invitaba, pero con lo poco que había, con
cuatro pastas y poquito más te dabas por pagado. Aún queda gente que me dice: ¿Te acuerdas cuando llegaba el día de San
Pedro y te preguntábamos `¿este año hay baile, porque ese día hacían baile
en la puerta de mi casa. Venía La Rondalla y se sacaban unas pastas. Todo el
barrio se acercaba, y bailaban mientras La Rondalla tocaba. Era muy bonito.
Allí todos eran familia. Yo lo sigo siendo de todos mis vecinos de entonces.
P.— Pasado el tiempo de las dificultades tras la
posguerra, ¿de qué manera contribuye El Centro a la vida social en Puerto de
Sagunto?
R.— Pues contribuye de una manera muy especial, ya
que era el lugar de reunión de todos los jóvenes. Había baile con orquesta, y
en esa época, al contrario que ahora, era eso lo que primaba. Pero, además, en
el Centro Aragonés era donde se celebraban las bodas, comuniones y demás
eventos sociales. Era un local muy grande, y había varias modalidades para
poder llevar a cabo los convites: se podía contratar con el Centro todo el
servicio, o bien se podían llevar las llandas
preparadas en casa; también existía el servicio mixto.
P.— ¿Qué relevancia tiene en la actualidad el
Centro Aragonés en cuanto a categoría de cuadros folclóricos?
R.— En estos momentos contamos con unos cuadros,
tanto de rondalla como de cante y de baile que son extraordinarios. Tenemos
grandes primeros premios en Zaragoza, Teruel y otros pueblos en los que hemos
concursado. Nuestros cuadros siempre quedan primeros o segundos en los
certámenes. Estamos catalogados muy positivamente por la calidad de nuestro
folclore aragonés pero, además, también por los actos culturales en pro de su
cultura. Nuestro Centro no es uno más de los centros regionales, sino uno de
los más destacados. Esto lo dice el Gobierno de Aragón que es quien, en
realidad, puede juzgarlo. Allí se tiene notificación de todas las actividades
que llevamos a cabo y, verdaderamente, nos tienen en gran consideración. El
Centro Aragonés de Puerto de Sagunto ha sido, y sigue siendo, la voz de Aragón
fuera de Aragón.
En la
actualidad están compitiendo en la modalidad de canto, Javier Iserte, Esther Villarroya e Iris Giménez, quienes han
conseguido muchos e importantes premios. Por su parte, Javier Iserte ha quedado
primero en tres ocasiones en el concurso de Aragón TV, así como en Tarazona,
tanto de forma individual como formando dúo con Esther Villarroya. En
referencia a esta última, hay que destacar asimismo que ganó el primer premio a
la mejor indumentaria femenina. Indicar también que «Mujeres de Jota» ha
celebrado ya su séptima edición, en la que han sido premiadas: Carmen Cortés,
por Aragón, y Esther Villarroya, por nuestro Centro.
Todo esto
supone un gran esfuerzo, teniendo en cuenta que se compite con cantadores de
probado nivel y, además, actuando fuera de casa. Por otro lado, no podemos
olvidar la excelente labor realizada por su profesor, César Rubio, quien les
dedica un tiempo extra hasta en su propio domicilio. Precisamente, este
profesor, César Rubio, fue el impulsor de la actividad Mujeres de jota, actividad muy celebrada en la que se premia a las
mujeres distinguidas en el mundo de la jota, tanto a nivel nacional como local.
P.— Ha cambiado mucho el perfil de los socios con
respecto a aquellos primeros que vinieron a instalarse al amparo de la fábrica?
R.— Sí, claro, porque los tiempos han cambiado. Antes
hemos hablado de los inicios. Estos fueron con gentes aragonesas, gente mayor…
Cuando ya nos vamos al nuevo local nos encontramos con la euforia del baile por
parte de los jóvenes, y entonces cambian los hábitos. La gente joven se hace
socia del Centro Aragonés porque ya hay sala de baile y todo eso. Sin embargo,
ahora ya no se estila ese tipo de diversión entre la juventud. Hoy la mayoría
de los socios somos mayores, aunque contamos con un grupo de gente joven que
son los que cantan, bailan, forman parte de la rondalla, asisten a nuestras
escuelas de cante y baile de jota. Ellos son nuestro relevo generacional.
P.— ¿Con qué recursos cuenta el Centro
actualmente?
R.— Principalmente con la cuota de los socios y la
ayuda que nos proporciona el Gobierno de Aragón. La Generalitat, el ayuntamiento de Sagunto y algunos bancos nos
conceden una pequeña subvención, pero, con el momento de crisis por el que
estamos atravesando, esta aportación se ha visto reducida. Ahora bien, nadie
regala nada por nada. Para que, tanto desde Aragón como desde las instituciones
valencianas, se nos conceda una subvención, primero nosotros tenemos que avalar
con los proyectos que hemos llevado a cabo, y una vez que han estudiado estos
proyectos, si lo consideran oportuno, nos conceden la ayuda.
P.— ¿Qué actividades realizan en la actualidad?
R.— Además de las propias de la entidad, como son las
escuelas de canto, de baile y rondalla, los festivales en honor de S. Jorge
(patrón de Aragón), los actos de El Pilar y la Peña Cachirulo —todos ellos
enmarcados en el folclore aragonés—, llevamos a cabo las actividades de Corte y
confección, fútbol 7, macramé, gimnasia tradicional, Tahi-chí, bailes de salón, teatro y exposiciones. En estos momentos
estamos haciendo una página Web para divulgar nuestras actividades y ofertar
nuestros servicios (misas baturras, bodas, etc.); tenemos también la
concentración que se realiza todos los años en un pueblo de Aragón, en la que
nos reunimos los aragoneses que vivimos fuera de Aragón.
P.— ¿Se siguen manteniendo las rondas al estilo
antiguo? Es decir, ¿se ronda a los novios la noche previa a la boda o, si por
ejemplo, yo quiero regalar a algún familiar cuando celebra sus bodas de oro una
ronda o cosas por el estilo como una misa baturra, o un cuadro de jotas
simplemente porque celebro algo y me apetece amenizarlo con una actuación
aragonesa, ¿puedo contratarla?
R.— Sí. Cuando algún componente de los cuadros se
casa, la Rondalla va la noche previa a la boda. Cualquier persona que desee
contratar una rondalla para sorprender a algún familiar con una ronda, o quiera
que en la noche previa a la boda se ronde a los novios, o si alguien quiere un
cuadro de jotas para celebrar una misa baturra, se puede poner en contacto con
el Centro Aragonés para contratar la actuación. El precio siempre estará
condicionado a la cantidad de componentes que desee que intervengan, así como
al lugar donde hubiera que actuar, por si tuviéramos que emplear los servicios
de un autobús. Los precios siempre son negociables.
Por otro
lado, desde nuestro Centro siempre estamos abiertos a colaborar con otras
asociaciones de forma altruista aportando nuestras actuaciones en festivales
benéficos en favor de alguna causa justa.
El tiempo
apremia y nuestra charla concluye. Se han evocado momentos de gran satisfacción
para Pedro Villarroya, actual presidente de la entidad, pero también para mí
que he recordado horas de mi niñez. No obstante, al despedirnos, he intuido que
el Centro Aragonés de Puerto de Sagunto seguirá ahí durante muchos años, con
sus maneras de hacer, transmitiendo la cultura aragonesa en nuestro municipio
y, cómo no, erizándonos la piel a más de un vecino cada vez que se escuche la voz de un jotero
acompañada del guitarrico o bandurria.
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A
día de hoy, después del tiempo transcurrido desde que se realizó esta
entrevista, y de nuevo cuando las fiestas de El Pilar están en su mayor apogeo,
me sumerjo en el recuerdo y busco entre aquellas jotas que tengo por casa, aquella
cuya letra nada tiene que ver con nacionalismos patrios ni veneraciones
marianas, sino con los sentimientos de uno de nuestros más ilustres poetas:
Miguel Hernández y su «Vientos del Pueblo» en la voz de César Rubio, con quien
espero poder charlar algún día.
Fotografía: Javier Iserte