Con
un poco de demora, debido a esas cosas extrañas que a veces se cruzan cuando
intentamos leer los mensajes de msn en nuestros dispositivos móviles, recupero
esta conversación con el amigo escritor y poeta Antonio Marín Albalate.
Aunque
a destiempo, merece la pena recordarla y, cómo no, compartirla.
Como
al resto de mis amigos compañeros de letras, le pregunté por su primer día de
confinamiento. Él, se adelantó a la obligación de quedarse en casa y lo hizo
desde el día 6 de marzo. No se marcó ninguna ruta especial para sus tareas,
sino que, para no aburrirse, procuraba improvisar. Tampoco seguía las noticias
para no deprimirse demasiado, si acaso algunas noticias «serias» vía internet.
Como
muchos de nosotros, tuvo momentos en los que se venía abajo, pero de la misma
manera comprendió que ese bajón no le llevaba a ningún sitio. Se lo tomó con
calma y dejó pasar los días a la espera de la desescalada, sin horarios
establecidos; cuando se nos permitió salir alternó los paseos de tres cuartos
de hora con las tareas ante el ordenador, sobre todo la habitual de la
escritura, pero sin tocar en ningún momento el tema «pandemia»
«Marín
Albalate tampoco para», pensé. Hacía mucho tiempo que no hablábamos, pero yo
estaba más o menos al tanto de sus proyectos, aunque eran noticias vagas. Por
eso, durante estos últimos días decidí que ya era hora de enviarle uno de esos
mensajes privados que, como me confirmó, le pasan desapercibidos. Esta vez hubo suerte y me leyó.
De
esta forma me ha puesto al día sobre aquellos trabajos a los que ha dedicado su
tiempo durante los últimos años, y que espero tener ocasión de leer próximamente.
Su
obra es muy extensa y va un paso más allá del poema, del propio y del ajeno. Entre
sus últimas publicaciones, las dedicadas a Leopoldo María Panero, Patxi Andión,
Ramoncín, Germán Coppini, Serrat… La música cuenta ya con sus letras de la mano
de Antonio Fidel y Los Navegantes
Me confiesa que últimamente no hace mucha poesía. Está dedicando tiempo a escribir ensayo musical: Manolo Tena, Leonard Cohen, Demis Roussos, de nuevo Serrat. Según me cuenta, este nuevo género le sirve como terapia para no subirse por las paredes. Yo sonrío ante su expresión. Sin duda para algunos de nosotros la escritura es la mejor medicina para evadirnos de los momentos como el que estamos viviendo desde hace meses.
Yo
tenía previsto que alguno de los libros de los que me habla me los entregara él
personalmente, en la pasada primavera, con ocasión de mi viaje a Cartagena para
presentar allí mi último poemario, prologado por él.
No
pudo ser, las circunstancias lo impidieron y siguen impidiéndolo en el momento
de escribir esta entrada en el blog. Pero será… No tengo la menor duda de que,
tarde o temprano, ese encuentro y ese abrazo se llevarán a cabo. De momento me
detengo ante su poesía y tomo ese poemario mínimo, esa plaquette, que lleva por título OPÚSCULO, y que me dice tanto en
tan poco espacio…
Densa y amarga como los ojos de tu madre
Brillando
en la oscuridad de un cuarto cerrado
Sí.
Cae
una lluvia muy triste.
Parece
que fuera otoño en toda la tierra,
Hija
mía.