Sin acritud
te observo
en esta noche sin luna.
Tan solo
vértigo
me producen tus pasos vacilantes,
y entonces
me asomo hasta tus ojos
que tienen
mirada de olvido
y, con mi
voz de ayer,
disimulo mi voz de
hoy.
y te acompaño a tu lecho.
Pacientemente
espero
a que el
sueño acuda a tus ojos.
Solo
entonces me desprendo
del vértigo
y espero a la luna.
Espero
también
a que el sueño acuda a mis
ojos,
por unas
horas,
las justas,
hasta
escuchar tu risa
en mitad de la noche
y mi llanto
sereno
cercano a la
presencia
que me ignora,
desde tu
memoria.
—LEH— Para la revista anual AFACAM 2015
Imagen: Ismael