30
de mayo, las 18:00h. CPFPA (Centro Público de Formación Permanente de
Adultos) ENRIC VALOR, Xirivella. A mi espalda, el encerado;
frente a mí, los alumnos -sobre todo mujeres- ocupando sus asientos en el aula.
Van entrando en pequeños grupos, hablando entre ellos y ocupando las sillas. El
aula se llena y yo, lejos de sentirme nerviosa, me siento cómoda y con una
agradable sensación de camaradería con las personas que me observan a la espera
de que dé comienzo el acto.
Se
trata de una actividad literaria. Su director y uno de los profesores del
departamento de Lengua me presentan. Los escucho con la misma atención que los
asistentes y, tras agradecerles sus palabras, me encuentro de pronto hablando
sobre mí misma. Lo hago como si
estuviera tomando café con unas amigas en la cafetería de la esquina.
«Yo
también soy EPA», les digo. Fue hace muchos años, y fue la base que me permite
estar hoy aquí, frente a ellos, hablándoles de la que fue mi primera novela
publicada y que gracias al buen hacer de Ediciones Ondina y a la gentileza de
su director, ve de nuevo la luz con una nueva edición. Les hago un breve
resumen de mi andadura literaria y mucho hincapié en la importancia de la
lectura.
Ahora
ya he conseguido que los protagonistas de esta charla sean ellos mismos. Están
leyendo la novela Los Gatos de Santa Felicitas. Es una de las tareas de clase
de Lengua. No dudan en hacerme muchas preguntas acerca del proceso de
elaboración de la historia y yo procuro no dejarme nada en el tintero. Les
hablo del intercambio de correos electrónicos con mi amiga Débora, de cómo mi
curiosidad me lleva a preguntarle sobre lo cotidiano de aquella tierra y en una
época concreta. Ellos se interesan por todo y yo les hablo del duelo, de una
foto en la que un gato parece posar de forma arrogante; de mis paseos virtuales
por La Boca, El Riachuelo, plaza Colombia, la iglesia…
Acabamos
hablando del resto de libros -publicados o no- y de nuevo de la importancia de
leer. Insisto: Hay que leer, leer y leer; fijarse en cómo se expresan los
autores, en sus formas al mostrarnos las escenas desde el papel. Leer mucho,
porque leyendo crecemos. «Eres lo que lees», me atrevo a decirles en un amago
de arrogancia por mi parte.
Sin
que apenas me diera cuenta hemos llegado al final del acto y, como despedida,
el profesor me invita a leer un poema.
En
mi bolso llevo un ejemplar de EPISODIOS COTIDIANOS, también de
Ed.Ondina, y les recuerdo que en la biblioteca del Centro cuentan con un
ejemplar, pero que si les gusta el género lo pueden adquirir en la tienda
online de la misma editorial.
Se
hace de nuevo el silencio en el aula, y solo se escucha mi voz hablándole a ese
mar mío:
Dime, Mar:
¿Me estás echando de menos?
Dime que ansías mi presencia de sal
frente a tu orilla,
que extrañarás mis huellas
sobre la arena de tu playa
al llegar la luz primera.
Dime, Mar,
si, estando tan cerca,
me sientas tan lejos
como yo te siento,
si te elevas sobre la última ola
para posar tu mirada azul
sobre la inhóspita loma.
Dime, querido Mar,
que esperarás mi abrazo
cuando el cielo se vista de gris
y mi cuerpo sea lluvia
que baila su último sueño.
Dime, querido Mar…
Imagen: CPFPA