Desembocadura de El Palancia |
El mar estaba
tranquilo. Desde las dunas, el balanceo de las olas en su peregrinaje se les
antojaba una sensual danza incitándoles a la mirada más allá de sus pupilas.
Los fuegos artificiales se dejaban oír a través de los susurros pronunciados al
abrazo de la noche, y a lo lejos, la sirena de un viejo mercante decía adiós al
puerto sin apenas un batir de pañuelos blancos.
Unos pasos por
encima de sus anhelos, el asfalto se cubría con la música que, indiscreta,
asomaba desde el interior de los vehículos en su loca carrera hacia los lugares
de ocio. Alguien por entre el seto rebosante de adelfas, se desprendía de los
excesos etílicos ajeno a las promesas de amor de los amantes, y más hacia el
sur, allí donde corona el Alto Horno, un ramillete de formas translúcidas se
elevaba hacia el cielo estrellado, en busca quizá de su acomodo eterno,
recordando a los Hijos del Hierro que un día fueron con su carne, alimento en
el crisol.
Era el momento en
que las almas solitarias se retiran de las calles dando paso a los silencios;
la hora en que afloran los recuerdos y en su paso dan la vuelta por el pueblo
recorriendo las iglesias en busca de un compañero que les mitigue la pena; y en
el cruce de caminos, además de un uniforme, se encuentran con el acólito que,
cosido a cuchilladas, permanece en el olvido.
Los amantes,
mientras tanto, se despiden en silencio. A lo lejos, el faro guía sus pasos
hacia un incierto destino, y a su lado, junto al puerto, el joven ofrece sus
manos al hombre de bata blanca que lo arropa con una manta.
«Vamos abuelo»―Oye
decir al hombre vestido de blanco.
«Vamos» responde
mientras mira hacia el camino del río por si pudiera atisbar la figura de su
amada, con su caminar derecho y su cabello moreno.
En la Residencia
hay silencio. Todos duermen bajo la tutela de la oscuridad, y el señor Joaquín,
tras su escapada en la Vieja Noche, accede al regreso dócilmente, satisfecho
con su hazaña y con un poquito de esperanza dibujada en la mirada.
De: Cuentos de invierno
Ilustración: Ismahell.
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