No comprendo cómo
ni conozco el concepto
que me arrastra hacia el abismo
cada amanecer.
Pero miro a tus ojos
y me muero un poco.
Escucho tu voz
y el dolor acude a mis oídos.
Cada amanecer, observando al alba
doy la espalda a mi mañana,
me sitúo frente al espejo de tu mirada
y contemplo con tristeza
la certeza de tu adiós que, lentamente,
se me acerca...
Imagen: Ismael Murria
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