Lo
intuyo
en el fondo del viejo baúl:
Agazapado,
esperando el momento de liberar su
sonrisa giocondina,
esa que, a no mucho tardar,
mostrará satisfecho en su regreso a las
aulas.
¡Qué pesar tan grande me produce su
restitución
sabiendo que, pronto, el misal y los
rosarios,
de blanco nácar el uno,
de negras cuentas el otro,
habrán de presidir junto a su cara de
burlonas redondeces
las horas y los pupitres!
No, señor Álvarez, no…
No me gusta lo que intuyo tras esa,su risa burlona
y wertera.
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