Ella
es Emma Fondevila. Argentina, de Buenos Aires. Llegó a España en 1975.
Era,
según sus palabras, una fecha entre dos acontecimientos. Por un lado, la muerte
reciente del dictador aquí en España; por otro, el golpe militar que abrió la
época más negra de la historia argentina.
Yo ya
conocía a Emma Fondevila por sus poemas, por algunas conversaciones que
habíamos mantenido a través de las redes y por pertenecer ambas a uno de esos
grupos que sobre poética abundan por ahí. Además, no es la primera vez que
comento por aquí sus poemas. Pero no la conocía personalmente y tenía
curiosidad por algunas cuestiones que, por no pecar de indiscreta, no me atreví
nunca a plantearle.
Finalmente,
y ante el inminente encuentro en el que, por fin, íbamos a darnos un abrazo, me
atreví a preguntar y ella, con la amabilidad que la caracteriza, me respondió:
Le
pregunté si su salida del país argentino se debió al momento político que se
vivía allá. Me confirmó que, efectivamente, lo tuvo que ver «todo». Ella
acababa de terminar la carrera en la Universidad. Uno de sus profesores
reclutaba gente para la lucha armada. Eso convertía a sus alumnos en
sospechosos.
Emilio,
su marido, español, que por entonces llevaba algunos años viviendo en Buenos
Aires, supo o pudo identificar que se avecinaban tiempos muy duros, y ambos
tomaron la decisión de venirse a España.
Emma
dejó allí todo lo que no podía traer en un par de maletas: familia, casa,
amistades, recuerdos… Todo lo que hasta entonces había sido su vida.
Le
pregunté si alguna vez sintió la necesidad de volver. «Volvió dos veces, ya con
pasaporte español, pero solo para ver a la familia». Nunca pensó en quedarse.
Las condiciones políticas y económicas no lo aconsejaban. Con el tiempo, sus
padres también se vinieron para España, y ya no le quedó ningún motivo para
volver.
¿Qué
podría haber sucedido de haberse quedado allí? Nunca lo sabrá. De lo que sí
está segura, es de que nunca lamentó tomar aquella decisión. No obstante, la
sensación de desarraigo siempre la ha acompañado y ha sido el germen de su
poesía.
«El
país que la vio nacer hace ya muchos años ya no existe, ya no es. Pero tampoco
acabas de encontrar acomodo en un suelo nuevo en el que echar raíces. Acabas
conviviendo con ese desarraigo, en la nostalgia».
Ella
le escribe al amor y a la esperanza, aunque confiesa que, a veces, el ánimo
decae. Escribe y reflexiona. Sobre la poesía; sobre cómo se forja. Y se pone en
el lugar del lector, porque es la única manera de entender lo que escribe.
Tuvo
que dejar a un lado muchos sueños y aspiraciones. No pudo dedicarse a la
crítica literaria, que es lo que más deseaba, y se ganó la vida traduciendo
cosas que a veces ni le interesaban, pero siempre disfrutó del contacto de la
palabra, indagando, en su afán por dar con la palabra exacta que dijera, en
castellano, lo que el autor había escrito en otro idioma.
La
poesía también es eso: La búsqueda de la palabra que se te resiste para
expresar algo.
Ella
es madre y, como muchas otras madres, ha sentido la sensación de robar horas a
ese menester por dedicarlas a su trabajo.
«No sé
qué más decirte. Es difícil definirse a una misma. Para conocerme es mejor
entrar en mi poesía», finaliza.
Le doy
las gracias y le digo que estas preguntas y sus respuestas son para uno de esos
trabajos que subo a mi blog. Esos donde comento sobre mis amigas y amigos
poetas, y que desde que llegó la pandemia, tengo muy dejados de lado. «Quiero
retomar esos trabajos». Le digo.
***
Esta
conversación la mantuvimos hace un año, cuando vino a Valencia a presentar su
último libro HABITAR LA SOMBRA. Fue entonces cuando tuvimos el placer de conocernos
personalmente. Con ella venía su marido, el también poeta y traductor Emilio
Muñiz. Fue un encuentro de lo más agradable.
HABITAR
LA SOMBRA – Ed. Tigres de Papel, (2021), se compone de tres partes: Entre
la flor y la nada; De diferentes naufragios y Habitar la sombra,
que da título al libro. Los fragmentos que transcribo corresponden a
poemas de esas diferentes partes.
[…] El eco encapsulado en cascarones vacíos
magnifica sonidos inertes
Tropiezo
con versiones de mí
empeños de ser
que se encaminan al fui […]
---
[…] Recuerda
quién eres
cuando
la mañana no basta
y la
noche persiste en su negrura
Recuerda
quién fuiste
los nombres que te han dado […]
---
[…]Aúlla
la noche sobre la mostración de las heridas
Tiemblan
los cuerpos lacerados
Vacía
la esperanza
se estrella
contra
el desarraigo de los tristes […]
Fragmentos
de: Habitar la sombra; Entre la flor y la nada; De diferentes
naufragios, respectivamente.
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